La amistad de Francisco y Al-Tayyeb, o la ‘esperanza de un futuro brillante para todos los seres humanos’

GUY PAGÈS




Al final de un "encuentro de fraternidad" que reunió a cuatrocientos representantes de todas las religiones en Abu Dabi el 4 de febrero de 2019, el papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar (Egipto), Ahmad Al-Tayyeb han firmado el Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la coexistencia común. ¿Por qué solo ellos dos, y no los otros trescientos ochenta y ocho también?


Evidentemente, esta condena del odio y su violencia, ya sea en forma de compulsión religiosa (Corán 2,193; 4,89; 9,5; 60,4), terrorismo (Corán 3,151; 8,12.60; 9,111; 33,26; 59,2.13; 61,4), desprecio por las mujeres (Corán 2,228; 4,34.43; 5,6), etc. solo concernía en realidad a uno de los dos socios... Pues nadie acusa a la Iglesia de dar a luz asesinos y terroristas. Entonces, ¿qué necesidad tenía el papa de firmar esta Declaración? ¿Para servir de cubre miserias a Al-Azhar, que no se atrevió a plantear el acto de arrepentimiento fundador de la "revolución religiosa" al que el presidente egipcio Abdel Fattah Al-Sissi llamó a sus dignatarios en un admirable discurso el 1 de enero de 2015? Pero entonces, ¿es sincero este arrepentimiento?


Sin lugar a dudas, la Universidad de Al-Azhar, o al menos su gran imán, ha dado formalmente un "paso adelante"... de gigante. Un enorme "¡Gracias!", por tanto, al presidente Al-Sissi. Sin embargo, no son las palabras las que cuentan, sino los actos, y el futuro mostrará lo que valían. Mientras tanto, si el gran imán de Al-Azhar ha apostado fuerte al condenar "las prácticas de Alá que no pueden ser revocadas" (Corán 33,62; 35,43; 48,23), como buen conocedor de taquiya, sabe que Alá "no le reprochará por la frivolidad de sus juramentos" (Corán 2,225), ya que Alá mismo enseña a romper los juramentos (Corán 66,2). ¿No es Alá el mejor de los que son astutos? (Corán 3,54; 8,30; 27,50). Además, la operación está ampliamente justificada: lo que se gana excede en gran medida a la inversión. En efecto, en adelante, el islam va a poder presentarse en todas partes, con el sello del Papa, como una religión de paz, tolerancia y amor... ¡que solo las malas interpretaciones hacen odiosa! En un tiempo en que los pueblos de Occidente parecen despertarse y querer rechazar el islam, lo vemos como un golpe maestro de los dirigentes del islam (ver Efesios 6,12).


Por su lado, ¿qué gana y qué pierde la Iglesia con este acuerdo? Lo que gana, sin duda, es la estima del mundo, y quizá también buenas relaciones, al menos momentáneas, con los círculos musulmanes de buena voluntad. Lo que pierde, un poco más, es el anuncio del carácter absoluto de la fe en Jesucristo y la coherencia doctrinal que le asegura la fuerza en su proposición. De hecho, en este documento, no solo no aparece nunca la alusión a la salvación eterna, que es el primer objeto de su misión, sino que el papa ratifica comentarios típicamente musulmanes, contrarios a la fe católica... Así, escribir que "el pluralismo y las diversidades de religión, color, sexo, raza y lengua son una sabia voluntad divina, mediante la cual Dios creó a los seres humanos", es validar:


1. la confusión típicamente musulmana entre naturaleza (raza, sexo...) y cultura (lengua, religión), confusión que hace pasar al islam como una realidad querida por Dios, de la misma manera que la naturaleza, volviéndolo así tan bueno y necesario como aquella;


2. la esquizofrenia de Alá que crea varias religiones (Corán 7,16; 22,66)... ¡para que el islam las destruya! (Corán 2,193; 9,30.33).


En el islam, la división espiritual y moral de la humanidad es querida por Alá (Corán 7,168; 22,66), porque él es el autor tanto del bien como del mal (Corán 15,40; 32,13; 38,82; 91,8; 113,2), pero en el régimen cristiano, la división espiritual de la humanidad se debe al pecado de la humanidad (Génesis 11), y no a Dios. El rechazo de la preciosa distinción entre el orden natural y el orden sobrenatural aparecía aún en el discurso de Francisco de este mismo 4 de febrero a los miembros del Consejo Musulmán de Ancianos en la gran mezquita del jeque Zayed: "La fraternidad ciertamente expresa también la multiplicidad y la diferencia que existe entre los hermanos, aunque ligados por el nacimiento y poseedores de la misma naturaleza y la misma dignidad. La pluralidad religiosa es una expresión de ello". Si la pluralidad religiosa es una expresión de la fraternidad, entonces ¿careció Jesús de fraternidad al negarse a reconocer como hermanos suyos a aquellos que se negaron a adorarlo (Marcos 3,32-35)... como se niegan a hacerlo todavía hoy los musulmanes?


El reconocimiento del "pluralismo y las diversidades de religión" que derivarían de "una sabia voluntad divina" que funda "el derecho a la libertad de creencia y la libertad de ser diferentes", tiene como consecuencia la imposibilidad para la Iglesia de afirmar que la religión católica es la única verdadera religión querida por Dios, en la que todos deben esforzarse por entrar (Lucas 14,23), y la imposibilidad de reconocer que el islam es tanto más demoníaco cuanto más pretende ser de origen divino... ¿No es un acuerdo que paga muy caro la Iglesia católica?


La Iglesia no puede decir que la actual división espiritual de la humanidad es querida por Dios, puesto que Jesús vino a congregar en la unidad a los hijos de Dios dispersos (Juan 11, 52) al precio de su muerte en una cruz. Por el contrario, Dios quiere que todos seamos uno, como Él es uno (Juan 17,21). Él quiere que haya "un solo rebaño y un solo pastor" (Juan 10,16). Qué desafortunado, entonces, ver al que hoy asume la misión de pastor renegar del fundamento divino de esta... ¡La división espiritual y moral de la humanidad no tiene nada que ver con la diversidad de colores del arco iris!


Pero si las diferentes religiones son queridas por Dios, entonces comprendemos que el diálogo interreligioso por el diálogo interreligioso esté cada vez más de moda, y que la llamada a la conversión de los musulmanes sea descalificada... por los propios eclesiásticos. Así, para tomar solo dos ejemplos recientes: monseñor Aveline, obispo auxiliar de Marsella y consultor de la Comisión Pontificia para el Diálogo Interreligioso, considera que querer convertir a los musulmanes es "pretencioso y profundamente orgulloso" (Famille Chrétienne, nº 2143, 5-02-2019), y el padre Feroldi, presidente del Servicio Nacional de Relaciones con los Musulmanes, de la Conferencia Episcopal de Francia, se niega a "poner como horizonte del diálogo la conversión de otro a una religión" (ídem). Pero hablar por hablar, sin querer dar a Cristo, ¿es seguir siendo cristiano? Aquel que se avergüence de Cristo, Cristo se avergonzará de él (Marcos 8,18).


Los errores que abundan en esta Declaración traicionan la doble condición requerida para pacificar realmente las relaciones entre musulmanes y no musulmanes: el abandono del islam y la conversión a Jesucristo, lo que ni Francisco ni Al-Azhar tienen el coraje de afirmar. Para no citar más que algunos:


1. "La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que hay que apoyar y amar". Ahora bien, el Corán segrega continuamente odio al no musulmán. ¿De qué fe habla aquí la Declaración? ¿De una fe al margen de toda confesión y toda revelación, o bien de la revelada por el amor de Jesucristo?


2. Las afirmaciones: "De la fe en Dios, que creó el universo, las criaturas y todos los seres humanos -iguales por su Misericordia-" y "En el nombre de Dios que creó a todos los seres humanos iguales en derechos", dejan creer que se referirían igualmente al islam. Pero esto es falso: Alá no crea a  los hombres y las mujeres iguales (Corán 2,228), ni a los hombres iguales entre sí (Corán 89; 16,75-76), razón por la cual se opone a la abolición de la esclavitud (Corán 16,71). Él ha predestinado incluso a algunos al infierno (Corán 7,179.186; 32,13). Dado que los firmantes no hablan claramente de Alá, ¿es que lo han rechazado?


3. Si Dios ha dado la libertad "a todos los seres humanos, creándolos libres y distinguiéndolos con ella", ¿por qué dejar creer que Dios sea Alá, cuando este guía o extravía a quien le parece bien, sin recurso posible? (Corán 88,143; 6,149; 7,178; 9,51; 25,2; 74,31...).


4. "Las religiones nunca incitan a la guerra y no suscitan sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre." ¿De verdad todas las religiones tienen el mismo discurso? ¿Por qué el Corán, la vida de Mahoma y la historia del islam dan testimonio de lo contrario?


5. "La fuerte convicción de que las verdaderas enseñanzas de las religiones invitan a permanecer anclados en los valores de la paz." Jesús ordenó incluso el amor a los enemigos (Mateo 5,44) y lo practicó a la perfección (Lucas 23,34). Alá ordena el odio: "¡Entre nosotros y vosotros hay enemistad y odio para siempre, hasta que creáis en Alá únicamente!" (Corán 60,4). ¿Quién puede venir después de Cristo, sino el Anticristo?


6. "El terrorismo detestable que amenaza la seguridad de las personas, tanto en Oriente como en Occidente, en el Norte o en el Sur, propagando pánico, terror o pesimismo, no se debe a la religión -incluso si los terroristas la instrumentalizan-, sino que se debe a la acumulación de interpretaciones erróneas de los textos religiosos." Pero aquí no es cuestión de "mala interpretación", pues, por un lado, se trata de hechos, y por otro, el Corán es una palabra "evidente" (Corán 4,174; 6,57), "explícita" (Corán 44,2), "sin ambigüedad" (Corán 18,1).


7. "Es una necesidad indispensable reconocer el derecho de la mujer a la educación, al trabajo, al ejercicio de sus derechos políticos. (...) También es necesario protegerla de la explotación sexual y del hecho de tratarla como mercancía o medio de placer o de beneficio económico." ¿Están los musulmanes verdaderamente dispuestos a rechazar el modelo de Mahoma, que enseñó la inferioridad ontológica de las mujeres (Corán 2,228), con el deber de pegarles (Corán 4,15.34), aquel a quien Alá concedió tantas mujeres como quería (Corán 33,50), y que redujo a multitud de ellas a esclavitud (Corán 33,52), un tráfico abominable con el que se enriqueció (Corán 8,41; 59,6)?


¿De dónde proviene la "esperanza en un futuro brillante para todos los seres humanos" de Al-Tayyeb y Francisco, si el islam debe sustituir a todas las religiones (Corán 2,193)? El futuro que Jesús nos prometió aquí abajo ¿no es apocalíptico (Mateo 24)? Si para Francisco, "solo hay un gran peligro en este momento: la destrucción, la guerra, el odio entre nosotros", para mí, el único gran peligro, ahora y hasta el fin del mundo, es el de la condenación. Querer escapar de él da la fuerza para llevar la cruz, único medio de vencer a los poderes del infierno y evitar los compromisos que llevan a él. Si Jesús no hubiera tenido otra preocupación que evitar la destrucción, la guerra y el odio, no habría invitado a sus discípulos a llevar su cruz (Lucas 9,13; 14,27) y se habría guardado muy bien de excitar el odio de todos (Mateo 10,34; Marcos 13,13; Lucas 12,51; Juan 15,25).


En conclusión, mantengamos las recomendaciones tan religiosamente incorrectas de san Pablo: "No os unzáis al mismo yugo con los infieles: ¿qué tiene que ver la rectitud con la maldad?, ¿puede unirse la luz y las tinieblas?, ¿pueden estar de acuerdo el Mesías y el diablo?, ¿irán a medias el fiel y el infiel?" (2 Corintios 6,14-15).



FUENTE



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Sobre el diálogo islamo-cristiano