Entrevista
con Odon Lafontaine
FRANCK ABED
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Odon Lafontaine es el autor de los libros El gran secreto del islam
(Createspace 2014-2018 y distribución gratuita por Internet)
y de La laicidad, ¿madre de alquiler
del islam?, con Michel Viot (Éditions Saint Léger-Les
Unpertinents, 2017).
Franck Abed. ¿Por
qué razones utiliza un seudónimo? Ciertamente, usted aparece a cara
descubierta, pero no bajo su verdadera identidad. ¿No es propio del
investigador de la verdad la coherencia total y absoluta?
Odon Lafontaine.
"Sed astutos como serpientes y
sencillos como palomas." Utilizo un seudónimo para proteger mi
actividad profesional y mi familia.
Sin embargo, como usted señala, utilizar un seudónimo no es escapar de
mi responsabilidad como "investigador de la verdad". Soy reconocible,
aparezco deliberadamente descubierto, y soy reconocido
normalmente, en la calle o en cualquier otro lugar. Siempre estoy
disponible a través de mi editor (Sr. Giard, Editions Saint Léger - Les
Unpertinents), a través de la asociación EEChO, mi sitio en Internet y
las redes sociales. Yo respondo a todo y a todos.
No soy una persona anónima.
Franck Abed.
Usted es de religión católica romana. ¿Qué le llevó al estudio crítico
de la religión islámica? En el curso de sus investigaciones, ¿pensó
alguna vez, al menos una vez, que el islam pudiera ser la religión
verdadera?
Odon Lafontaine.
Aunque es cierto que tuve mucha suerte al recibirlo todo de mi familia,
yo no estuve realmente en el camino de la fe católica hasta hace solo
unos diez años. Antes pasé mucho tiempo en vacío. Durante ese tiempo
fue cuando empecé a interesarme por el islam. Es verdad que yo era de
cultura católica, pero no era creyente. Hace unos quince años,
tuve discusiones muy interesantes con un colega musulmán, que me dio a
conocer el islam. Entonces no tenía realmente aprioris negativos, sino
más bien los clichés heredados del orientalismo y la educación nacional
(el Oriente misterioso, el "profeta Mahoma") ... y los de la gesta
militar estilo Fort Saganne, los hombres del desierto, duros, rectos y
sinceros.
Los intercambios con este colega me hicieron comprar un Corán, y debo
confesar que en seguida me interesé por su lectura. Cuando se conoce un
mínimo de la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, es difícil poner el
Corán a su nivel. En el plano formal, el Corán resulta difícil de
abordar y su construcción es muy diferente de los textos bíblicos, por
su carácter inconexo, sus constantes saltos y rupturas de narración,
sus imprecaciones, sus amenazas... ¿Cómo se puede creer o encontrar
plausible que Dios "hable" así, directamente, en el Corán, cambiando
así de registro completamente con respecto a los textos bíblicos?
Más profundamente, cuando uno se interesa por el significado del texto,
rápidamente nota en el Corán una forma de retorno a cierto espíritu del
judaísmo, legalista, puntilloso, superficial, que parecería pasar por
alto el mensaje evangélico. No hay necesidad de ser creyente -yo no lo
era en aquella época- para darse cuenta de que la denuncia de los
"sepulcros blanqueados" que hacía Cristo, la de los que llevan cuenta
religiosamente "del diezmo de la hierbabuena, el anís y el comino,
mientras descuidan lo más importante de la Ley: la justicia, la
misericordia y la lealtad" y los que "filtran el mosquito, pero
se tragan el camello" (Mateo 23,23-24) podría corresponder plenamente a
la denuncia del espíritu que presidió la redacción del Corán. Al final,
esto es lo que resumió muy bien un islamólogo francés del siglo XX, a
quien descubrí más tarde, Roger Arnaldez: "¿Qué se puede aprender de un
libro así [el Corán] que tenga algún valor y que no se encuentre ya, de
forma incomparablemente más perfecta en el Antiguo o el Nuevo
Testamento, o en las obras antiguas (anteriores al islam) de la
tradición judía o cristiana? (Roger Arnaldez, carta a P. Borrmans,
1994).
A partir de ahí, se despertó mi curiosidad: el discurso de mi colega
sobre el islam como la última religión revelada, venida a completar el
judaísmo y el cristianismo, no correspondía a la realidad de lo que yo
leía en el Corán. Sentí que había un problema fundamental, de
principio,
en el islam y que, para comprenderlo, hacía falta volver a sus
orígenes, interesarse por los trabajos de la investigación científica
en este campo. Así es como conocí al padre Édouard-Marie Gallez, de la
Congregación de San Juan, y entendí que el islam proviene muy de lejos
de una
corriente judía desaparecida (los judeonazarenos), que se remonta a los
primeros tiempos del cristianismo y una deformación de la idea de
salvación del mundo introducida inicialmente por los cristianos.
Y para responder a su pregunta, el islam tuvo
su oportunidad, pero
pronto desapareció cuando leí el Corán. Añadiré que no
me gusta esa cuestión de la "religión verdadera", cuyos presupuestos ya
me gustaría que se explicitaran. A continuación, cuando llegué a la fe
católica, no me convertí a "una
religión". Descubrí a Cristo y la buena
esperanza de la salvación dada a los hombres, transmitida por la
Iglesia
que él fundó, y no "una religión".
Franck Abed.
¿Cuáles son los tres mejores argumentos para explicar que el islam no
se puede considerar como la religión verdadera?
Odon Lafontaine.
Por "religión verdadera", imagino que entiende algo como "lo que
Dios querría". Muy listo el que sabe lo que Dios quiere... ¡No
hay más que hacerlo hablar! Por lo demás, este es todo el programa del
Corán y del
islam, que, por tal razón, se considera a sí mismo como "la religión
verdadera". En definitiva, no me gusta la cuestión de la "religión
verdadera" que limita el asunto de la crítica a los falsos sistemas
espirituales y las falsas esperanzas solo a las "religiones".
Responderé en cambio a esto: ¿cuáles son para usted los mejores
argumentos para explicar que el islam no se puede considerar como
verdadero?
Argumentos teológicos: el islam es una respuesta muy mala al
escándalo del mal y la injusticia en esta tierra.
- El islam no libra al hombre del mal, sino que intenta en vano
contener el mal codificándolo en la ley, en la charía.
- La aplicación del islam no salva al mundo del mal; por el contrario,
al abogar por el uso del mal con vistas a la salvación del mundo, con
vistas a un bien
absolutamente superior que representaría un mundo íntegramente
musulmán, sometido a la charía, el islam no hace más que añadir mal al
mal.
Argumentos apocalípticos: el islam coloca a la mayoría de los
musulmanes, a veces a sus vanguardias, en el campo del anticristo.
-
El islam, tras haber servido como herramienta de manipulación de los
musulmanes desde sus orígenes y a lo largo de su historia (por los
inspiradores judeonazarenos, por los califas, por los dirigentes
musulmanes), ahora es explotado por grandes intereses en estrategias
mundiales de desestabilización de las naciones y desintegración de las
sociedades civiles, tanto occidentales como musulmanas, para facilitar
su control
desde el exterior.
Las lógicas de sumisión a la autoridad (1),
de radicalización y superislamización (2), de solidaridad automática
cuasiclánica entre
musulmanes (3), y de mesianismo islámico (4) se utilizan para influir
en gran medida en
las poblaciones musulmanas, como lo hace, por ejemplo, Georges
Soros cuando financia el Colectivo Contra la Islamofobia en
Francia (CCIF). Es particularmente difícil para un musulmán escapar en
cuanto musulmán de estas lógicas ideológicas, del chantaje sobre el
sentido de la
historia y otras presiones colectivas.
El islam también se explota alegremente
cuando su lógica
mesiánica y milenarista se aprovecha para suministrar muyahidines
fanáticos en
las guerras de las grandes potencias. El príncipe Mohammed Bin Salman
de Arabia Saudí incluso lo ha confesado recientemente (5): el yihadismo
fue mantenido a sabiendas por los wahabíes a petición de los
occidentales durante la Guerra Fría, para proporcionar carne de cañón a
sus guerras contra la Unión Soviética y sus aliados. Sabiendo esto,
¿qué pasa con las yihads de hoy? ¿Qué pasa con las de Bosnia,
Chechenia,
Libia, Irak o Siria? ¿Y con las perpetradas en Europa occidental? "El
islam es simple, y la gente trata de manipularlo", dijo el príncipe
saudí en
la misma entrevista. Más que nunca, debido a sus lógicas ideológicas,
se manipula al
islam en maniobras mundiales que superan con creces sus intereses
particulares.
Argumentos históricos: el islam tal como se
presenta es una
construcción ideológica cuyo discurso sobre sus orígenes no es más que
una
leyenda fantasmagórica.
-
La Meca no existía en la época de Mahoma. Las pruebas se han obtenido
mediante análisis filológicos, e igualmente mediante análisis
geográficos y
climatológicos (6). Ahora tenemos pruebas físicas irrefutables de ello,
gracias a la arqueología (7). Esta ciudad fue inventada por los califas
como lugar de origen en el marco del largo proceso de legitimación de
su poder a través de la creación del islam, de sus escrituras y sus
tradiciones. Si La Meca es una invención, como ha demostrado de manera
implacable
la arqueología, entonces toda la credibilidad del relato musulmán se
derrumba.
- El Mahoma de la historia nunca pretendió ser profeta del islam,
y nunca fue descrito como tal en su época en los testimonios
contemporáneos -hay que esperar, por lo menos, de 60 a 80 años después
de su
muerte, para que sea presentado así (8)-. Los textos musulmanes datan,
como mínimo, de 150 a 200
años después de la muerte de Mahoma.
- El Corán revela sus orígenes judeonazarenos a quienes lo
estudian objetivamente: si se le quita la ganga de glosas y lectura
sesgada, forzada por siglos de tradición musulmana, el Corán aparece
no como un texto musulmán, sino como un reflejo de
las tradiciones bíblicas y parabíblicas vivas en el Próximo Oriente
durante la Antigüedad tardía, como un texto árabe-arameo (que descansa
sobre
fundamentos lingüísticos arameos y no árabes) y, sobre todo, como un
texto henchido de pensamiento judío-nazareno. Hasta el punto de que en
él aparece definida esta comunidad judeonazarena tan influyente en los
orígenes
del islam. Por ejemplo, aquí: "Pero ellos [los judíos, los
que "incurrieron en la ira de Dios"] no todos son
iguales. Hay, entre la gente del
Libro
[la "gente de la Torá", los
judíos], una comunidad recta:
durante la noche se levantan, recitan los versículos de Dios y se
prosternan. Creen en Dios y en el
último día, ordenan lo que está bien, prohíben lo que está mal y se
dedican a
las buenas obras. Estos están entre los justos" (Corán 3,113-114).
Franck Abed.
Usted ha discutido con Karim Al-Hanifi. ¿Podría explicarnos las razones
que
lo llevaron a aceptar esta confrontación intelectual filmada? ¿Qué
lecciones ha sacado? Si en el futuro volviera a ofrecerle una nueva
justa verbal, ¿aceptaría?
Odon Lafontaine.
La primera razón fue la insistencia con la que un converso al islam
(Cédric B., quien desde entonces ha desaparecido del radar) me pidió
participar en un debate con un "jeque" (un "jeque islam" si recuerdo
bien) en torno a mi libro El gran
secreto del islam
y sobre la historicidad del islam. Terminé dando mi aceptación de
principio para un debate que hubiera
querido que fuera científico, a partir de la investigación histórica,
sobre
los descubrimientos de universitarios e investigadores, y dejando fuera
las tautologías históricas y los razonamientos circulares propios del
islam (del tipo "el islam viene de Dios porque Mahoma es un profeta
divino, porque está estipulado en el Corán, que viene de Dios puesto
que Mahoma lo reveló"). El "jeque islam" se echó para atrás y buscaron
a Karim
para reemplazarlo.
Acepté la propuesta y la vi como una
oportunidad para dar a conocer al
público general musulmán algunos elementos surgidos de la investigación
histórica que ignoraba por completo. En este punto, la misión se
cumplió. Se cumplió ampliamente si he de creer al eco que he recibido
por parte de musulmanes y
exmusulmanes.
Sin embargo, me decepcionó mucho el nivel de mi interlocutor y de quien
planteó el debate. En este sentido, no se puede hablar
realmente de "confrontación intelectual". Se vio, no obstante, que,
ante los descubrimientos de los investigadores, no había nada que
oponer, salvo unas fuentes musulmanas producidas al menos dos
siglos después de los hechos que describen, así como el despliegue de
trucos retóricos especialmente falaces (9), entre ataques
personales, distorsiones constantes de la tesis atacada y los
argumentos de la investigación, y peticiones de principio. Y aparte,
igualmente, de una actitud particularmente grosera y descortés,
inaceptable en
un espíritu de "confrontación intelectual": excitación y gritos
exaltados, ataques constantes en un simulacro de discusión que
rompía el formato del debate, algunas deshonestidades intelectuales
flagrantes que hacían imposible el debate...
Por eso, me negué a continuar con este debate, recomendándole a
Karim, que, si quería incidir algo en el debate científico, pusiera
por escrito sus argumentos y los publicara. Esto proporcionaría una
base
tangible para una eventual discusión, base que, más de dos años después
del primer debate, todavía no existe. Karim y, más en general, el mundo
musulmán están desesperadamente callados en el debate científico sobre
los orígenes del islam, que se desarrolla sin ellos, quizá a causa de
la actitud de personas como Karim.
Franck Abed. De
manera general, ¿qué piensa de las tomas de posición de la actual
jerarquía católica con respecto al islam? ¿Y de los cristianos
orientales?
Odon Lafontaine.
Encontramos todo tipo de posturas, y no podemos entender tal
variedad sin detenernos en la grave crisis de la teología "de las
religiones" que sacude a toda la Iglesia. El magisterio, sin embargo,
es claro y
constante: la única salvación en esta tierra está en Jesucristo, y,
por esto mismo, el islam es un camino de condenación. Como lo son los
testigos de Jehová, el budismo o el marxismo. Esto está muy claro en
los textos del concilio Vaticano II, que no mencionan en absoluto
ninguna estima
por el islam, sino exclusivamente por los musulmanes, y que llaman a la
misión con
un renovado ardor, especialmente con ellos.
Esta crisis es la del pensamiento (¡latino!)
del sentido cristiano de
la historia, de los fines últimos y de la evolución del mundo hasta el
final de los
siglos. Proviene de un movimiento de fondo muy antiguo que se remonta,
por lo menos, al final de la Edad Media. Benedicto XVI trató con
maestría sobre el tema al publicar su encíclica Spe Salvi:
muchos
católicos han perdido el sentido cristiano de los fines últimos y se
entregan a toda clase de proyectos de ciudad perfecta que hay que
construir ahora aquí abajo, proyectos de tipo "reinado social de
Nuestro Señor Jesucristo"
desviado de su finalidad, o de tipo "mundo de paz, de convivencia feliz
y
armonía con todos". Se olvida el sentido profundo de la parábola
del trigo y la cizaña: el mal y el bien coexistirán hasta el juicio, y
solo en el regreso glorioso del Señor y por su juicio cabe contemplar
un
mundo liberado del mal. No nos corresponde a nosotros hacer el
juicio en su lugar, sino a lo sumo prefigurarlo con nuestra conducta. Y
hacer discípulos.
La jerarquía católica, los obispos, lo afrontan como pueden. Algunos
están atrapados en las seducciones del mundo y, de hecho, colaboran en
proyectos anticristianos. Otros conducen valientemente su rebaño. Su
tarea es sumamente difícil.
En cuanto a las tomas de posición de la jerarquía católica con respecto
a los
cristianos orientales, no veo claro a qué se refiere usted. ¿A la
próxima
creación de monseñor Louis Sako como cardenal?
Notas
1. La sumisión al jefe, a la autoridad, es a
imagen de lo que
Dios exige hacia él mismo en el islam: "¡Oh creyentes! Obedeced a Dios,
y obedeced al enviado y a quienes entre vosotros tienen el mandato"
(Corán 4,59).
2. El "buen musulmán", el que aplica más y mejor los
mandamientos del islam, se supone que tiene un ascendiente moral sobre
el "mal
musulmán", un ascendiente que refuerza su seguridad de ir al paraíso.
Este es uno
de los resortes de las lógicas de la reislamización y la
supraislamización
de las comunidades musulmanas (e igualmente del abandono del islam por
parte de muchos musulmanes, cansados de esa incesante lógica de
oposición de unos a otros.
3. Apoyar a un musulmán en la adversidad contra los no musulmanes,
incluso si está equivocado: "Yo [Dios] no deja que se pierda la obra
de ninguno de vosotros, ya sea hombre o mujer, que participáis unos de
otros" (Corán 3,195). "Los creyentes y las creyentes
son aliados unos de otros. Ordenan lo que está bien, prohíben lo que
está mal" (Corán 9,71). "¡Creyentes! ¡No toméis como aliados a los
judíos y los cristianos! Son aliados unos de otros. Quien de vosotros
los tome como aliados se hace uno de ellos. Dios no guía a la gente
injusta" (Corán 5,51).
4. Defender frente y contra todo al islam, su proyecto, su sentido de
la historia contra todas las adversidades (por ejemplo la firma en
2000,
en la novena conferencia de la Organización de la Conferencia Islámica,
por los 57 jefes de Estado
musulmanes del documento "Estrategia de acción cultural islámica en el
exterior
del mundo islámico": los hermanos enemigos (chiíes-suníes,
wahabíes-iraníes-turcos, ...) son, por lo tanto, plenamente capaces de
firmar
el mismo documento, cuando está en juego el proyecto del islam, a
saber, la islamización de países no musulmanes. Enlace.
6. cf. Obras de Patricia Crone (Hagarism.
The Making of the islamic
World, 1977, Cambridge University Press; Meccan Trade and the Rise of
islam, Princeton University Press, 1987; y sus artículos:
"¿How Did the Quranic Pagans Make a Living?", Bulletin of the School of Oriental and
African Studies, University of London,
Vol. 68, Nº 3, 2005) y la obra de Édouard-Marie Gallez (El Mesías y su
Profeta, 2 volúmenes, en Éditions de Paris, 2005- 2010).
7. Cf. la obra de Dan Gibson (Early
islamic Qiblas, Independent Scholars' Press, 2017).
8. Cf. Patricia Crone (op. cit.);
Robert Hoyland (Seeing islam as ohers
saw it, Darwin Press, 1998); Alfred-Louis de Prémare (Les fondations de l’islam, Le
Seuil, 2002); Stephen Shoemaker (The
death of a prophet,
Univ. Of Pennsylvania Press, 2011); Michael Philip Pen (When christians first met muslims,
University
of California Press, 2015).
9. Invito a los lectores interesados en ver el debate en mi canal
de Youtube, donde está publicado con subtítulos que comentan en directo
esta retórica falaz: Enlace.
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