El
papa Francisco abandona la cruz de Cristo para apaciguar a los
musulmanes
RAYMOND IBRAHIM
|
El papa Francisco, destacado defensor del cristianismo felpudo, vuelve a las andadas.
Aunque es tradicional que en los estrados papales aparezca el
crucifijo, durante su reciente visita a la isla de Malta, el papa
Francisco descartó la cruz para no ofender a los inmigrantes
musulmanes. Como admitió
abiertamente la archidiócesis de Malta, "el estrado no estará adornado
con un crucifijo, dado que la mayoría de los inmigrantes son
musulmanes".
En cambio, el telón de fondo del estrado que utilizó Francisco
representaba botellas de plástico recicladas con manchas rojas,
destinadas a resaltar las dos razones principales por las que Francisco
visitaba Malta: defender a los migrantes y el medio ambiente: "Cuando
miras más al fondo, verás que el mar está lleno de botellas de plástico
recicladas, porque hay más plástico que peces en nuestro mar", explicó
el director artístico Carlo Schembri. "Y las manchas rojas son chalecos
salvavidas: las vidas de las personas perdidas en el mar".
Si bien esto tenía la intención de resaltar los peligros que
experimentan los inmigrantes musulmanes ilegales al cruzar el
Mediterráneo, uno se pregunta (pero duda) si Francisco recordaba a las
docenas de inmigrantes cristianos que fueron arrojados por la borda y ahogados
intencionadamente en el Mediterráneo por sus colegas musulmanes.
Mientras tanto, el Dr. Philip Beattie, economista de la Universidad de
Malta, explicaba
la realidad de la situación migratoria de su isla: "La mayoría de los
inmigrantes ilegales traficados a Malta en barcos destartalados que
salen de la costa de Libia no son verdaderos refugiados, sino
inmigrantes económicos, y son principalmente jóvenes musulmanes entre
18 y 28 años".
Beattie también mencionaba el meollo del asunto:
"San Pablo predicaba a ‘Cristo crucificado, escándalo para los judíos y
locura para los gentiles’ (1 Corintios 1,23) cuando llevó el evangelio
a
Malta. El apóstol se jactaba del escándalo de la Cruz. ¿Por qué el Papa
se avergüenza de la Cruz ante los musulmanes, especialmente durante la
cuaresma?"
Quizá no sea solo vergüenza. Tal vez Francisco, cuya misión maltesa era
en gran parte para apoyar a los muchos inmigrantes musulmanes que
han abarrotado la pequeña isla, quitó la cruz como medida de
precaución, para que los musulmanes ofendidos no montaran una escena y
entonces comprometieran su defensa de ellos como pobres víctimas que
necesitan más ayuda estatal y concesiones. Después de todo, y como está
bien documentado en este artículo,
en el pasado y en el presente, los musulmanes están comprometidos con
un patrón inquebrantable de profanación y destrucción de la cruz, sobre
todo en iglesias y cementerios cristianos.
El hecho de que ese proceder vergonzoso de Francisco haya tenido lugar
en Malta es particularmente irónico, si es que no siniestro, porque
Malta
fue escenario de una de las peores invasiones islámicas de la historia,
que vale la pena recordar.
El 18 de mayo de 1565, los musulmanes, en esta ocasión turcos otomanos,
sitiaron salvajemente Malta. Los defensores de esa diminuta isla
estaban capitaneados por los caballeros de San Juan (antes
hospitalarios).
Los otomanos procedieron a someter a la pequeña isla al bombardeo más
intenso de la historia en ese momento (dispararon unas 130.000 balas de
cañón en total). "No sé si la imagen del infierno podrá describir
aquella espantosa batalla", escribió un contemporáneo: "el fuego, el
calor, las llamas continuas de los lanzallamas y los aros de fuego; el
denso humo, el hedor, los cadáveres destripados y mutilados, el choque
de las armas, los gemidos, los gritos y los llantos, el estruendo de
los cañones... los hombres hiriéndose, matándose, agarrándose,
derribándose unos a otros, cayendo y disparando".
Los caballeros de Cristo, ampliamente superados en número, lucharon con
uñas y dientes; muchos de ellos fueron mutilados ritualmente, les
arrancaron los corazones y las entrañas al grito de "Allahu Akbar"
[Alá es grande].
Después –y hablando del crucifijo del que Francisco se avergüenza–, los
invasores musulmanes en plan de diversión clavaron los cuerpos de los
cristianos en
cruces y los echaron a la deriva en el puerto.
A pesar de esto, los caballeros y los defensores malteses perseveraron
tanto que, el 11 de septiembre, los invasores musulmanes levantaron el
asedio y se retiraron.
Hoy, las invasiones islámicas de Europa continúan, aunque bajo la
apariencia de una "crisis de refugiados", que la cabeza del mundo
católico está haciendo todo lo posible por facilitar, no en nombre del
cristianismo, como lo evidencia su abandono de la cruz, sino de un
supuesto humanismo, aun cuando muchos migrantes continúan actuando
igual que sus antepasados invasores y conquistadores, también destruyendo la odiada cruz.
Días antes del asedio islámico a Malta, Jean Parisot de La Valette
(1494–1568), gran maestre de los Caballeros de San Juan –"su
disposición es más bien lamentable", escribía
un contemporáneo, pero "para su edad [71 años], es muy robusto" y "muy
piadoso"– explicaba a sus hombres lo que estaba en juego:
"Un formidable ejército compuesto por audaces bárbaros se nos echa
encima en esta isla. Esas personas, hermanos míos, son enemigos de
Jesucristo. Hoy es cuestión de la defensa de nuestra fe, de si el libro
del Evangelista va a ser reemplazado por el del Corán. Dios en esta
ocasión exige de nosotros nuestra vida, ya comprometida a su servicio.
Dichosos aquellos que consumen primero este sacrificio."
De manera sorprendente, el Papa actual rechaza ahora explícita o
implícitamente todo lo que dijo La Valette, aunque las palabras de este
todavía son aplicables en gran medida: masas de gente, que no pocas
veces se comportan como "audaces bárbaros", todavía "se echan encima de
esta isla", lo mismo que todos los de Europa occidental, a pesar de que
son y se comportan abiertamente como "enemigos de Jesucristo". Además,
"hoy es [todavía] cuestión de defensa de nuestra fe, de si el libro del
Evangelista va a ser reemplazado por el del Corán".
Y en medio de tal lucha existencial, el llamado vicario de Cristo está
haciendo todo lo que está en su mano para obligar a los cristianos a bajar la guardia y acoger y apaciguar a más y
más musulmanes, a la vez que abandona la cruz de Cristo, para no
ofender a esos mismos musulmanes.
Seguramente La Valette, que da nombre a la capital de Malta en honor a
su sacrificio, se revuelve en su tumba.
|
|
|