La persecución musulmana contra los cristianos: una pandemia censurada (Parte 1)
RAYMOND IBRAHIM
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Pocos fenómenos están tan extendidos y son
prácticamente desconocidos –al menos en Occidente– como la persecución
mundial contra los cristianos, especialmente a manos de los musulmanes.
Los hechos generales son innegables y han sido y siguen siendo
documentados en una serie de informes publicados por diversas
organizaciones de derechos humanos en todo el mundo.
Según una de las recopilaciones más recientes, la Lista de Vigilancia Mundial, 2024
de Puertas Abiertas, que se publicó en enero de 2024, y que clasifica
anualmente las 50 naciones donde los cristianos son más perseguidos por
su fe, en 2023, 4.998 cristianos de todo el mundo (13 al día) fueron «asesinados por motivos relacionados con su fe».
Otros 4.125 fueron detenidos o arrestados ilegalmente, y 14.766
iglesias y otras instituciones cristianas fueron atacadas, muchas de
ellas destruidas.
En conjunto, la persecución mundial contra cristianos sigue siendo mayor que nunca, con 365 millones de creyentes que sufren «altos niveles
de persecución y discriminación por su fe». Uno de cada siete
cristianos del mundo (14%) está siendo perseguido. En África, esa cifra
aumenta a uno de cada cinco (20%), mientras que en Asia llega a dos de
cada cinco, lo que significa que el 40% de todos los cristianos son
perseguidos en ese continente.
El peor delincuente: el islam
Los cristianos sufren «niveles extremos de persecución» en las 13
primeras naciones de las 50 clasificadas. Son: 1) Corea del Norte, 2)
Somalia, 3) Libia, 4) Eritrea, 5) Yemen, 6) Nigeria, 7) Pakistán, 8)
Sudán, 9) Irán, 10) Afganistán, 11) India, 12) Siria, y 13) Arabia
Saudí. La forma de persecución experimentada en estos 13 países va
desde ser agredido, violado, encarcelado o asesinado al ser
identificado como cristiano o asistir a iglesias (a menudo
clandestinas).
Y lo que es más revelador, la «persecución extrema» que sufren los
cristianos en 11 de estos 13 peores países procede de la «opresión
islámica» o tiene lugar en países de mayoría musulmana. Esto significa
que aproximadamente el 84% de la peor persecución en todo el mundo se
produce en nombre del islam.
Esta tendencia afecta a toda la lista: la persecución que sufren los
cristianos en 37 de las 50 naciones (o el 74%) también procede de la
opresión islámica o tiene lugar en naciones de mayoría musulmana.
Personas reales, tragedias reales
Aunque las cifras anteriores son importantes, incluso para mostrar la
magnitud del problema, no hay que perder de vista a las personas reales
que representan. Lo que viven, cuando se lee con detalle es
espeluznante: niñas encadenadas y violadas en grupo; cristianos quemados vivos supuestamente por «blasfemar» contra Mahoma; maridos y esposas musulmanes que se apuñalan y envenenan mutuamente cuando uno de ellos apostata por Cristo; otros 30 a los que se les corta la cabeza porque sí.
Los siguientes, por ejemplo, se encuentran entre los incidentes más
recientes ocurridos hasta el momento de escribir este artículo
(extraídos de la edición de marzo de 2024 de mi publicación mensual «Persecución musulmana contra los cristianos»):
Rusia. El 22 de marzo, terroristas musulmanes pertrechados con armas automáticas lanzaron un ataque, masacrando al menos a 139 personas e hiriendo a otras más
en el Ayuntamiento de Crocus. El ISIS rápidamente se atribuyó el
ataque, diciendo que fue diseñado intencionalmente para atacar a «miles
de cristianos».
Uganda. En dos ocasiones distintas, unos musulmanes masacraron a dos hombres cristianos por guiar a musulmanes a Cristo. También en marzo, un musulmán asesinó a su hija de 19 años, tras enterarse de que había abrazado a Cristo, y otro hombre golpeó y quemó a su esposa y a su hija de 10 años con agua hirviendo por el mismo motivo.
Somalia. El Viernes Santo, unos musulmanes vinculados al grupo terrorista islámico Al Shabab («los jóvenes») masacraron a seis cristianos de la frontera con Kenia por difundir el cristianismo.
Kenia. El 8 de marzo, unos musulmanes emboscaron y masacraron a un evangelista e hirieron gravemente a otros tres cristianos.
- 26 de marzo: «Unos ganaderos matan a un pastor protestante y a otros cinco cristianos en el centro de Nigeria».
- 27 de marzo: «Un pastor evangélico, su familia y otros cristianos asesinados en Nigeria».
- 28 de marzo: «Unos ganaderos matan a siete cristianos en el centro de Nigeria».
Pakistán. El 6 de marzo, la policía detuvo a
Ashbeel Ghauri, un joven cristiano de 18 años, después de que sus
compañeros musulmanes lo acusaran de blasfemar contra el islam
(en realidad, se había negado a renunciar a Cristo y convertirse al
islam). El que fuera un prometedor estudiante universitario se enfrenta
ahora a 10 años de cárcel. También, y como es habitual, varias jóvenes
cristianas fueron secuestradas por hombres musulmanes, violadas y, en
algunos casos, convertidas a la fuerza al islam (con la policía y los
jueces poniéndose del lado de los violadores). Y, después de que un
musulmán local prometiera impedir que los cristianos celebraran la
Pascua en su iglesia, el edificio ardió en llamas horas antes del Domingo de Resurrección.
También, y como es habitual, docenas de iglesias, cementerios y
crucifijos públicos fueron objeto de vandalismo, incendios y
profanaciones en todas las regiones de Europa Occidental que cuentan
con amplia población musulmana.
Como ya he dicho, estos son solo algunos ejemplos del último informe. Todos los meses se producen hechos similares, a menudo peores, tanto en cantidad como en calidad.
¿Por qué ocurre esto?
La doctrina islámica arroja luz sobre por qué ocurre esto –y por
qué los musulmanes cometen la mayor parte de la persecución que sufren
365 millones de cristianos en todo el mundo–. La Ley islámica (la saría),
ese cuerpo de enseñanzas al que los musulmanes están obligados a
adherirse, enseña el odio y la violencia contra todos los no
musulmanes. En palabras del Corán: «Nosotros [los musulmanes]
renunciamos a vosotros [los no musulmanes]. La enemistad y el odio
reinarán para siempre entre nosotros, hasta que creáis solo en Alá»
(Corán 60,4). Estos sentimientos deben aplicarse a todos los no
musulmanes, «aunque sean sus padres, hijos, hermanos o familiares»
(Corán 58,22; también 3,28; 4,89; 4,144; 5,54; 6,40; 9,23).
Basándose en esos versículos, numerosas fetuas, decretos islámicos
autorizados de venerables jeques, instan a los musulmanes a hacer cosas
como odiar a sus esposas no musulmanas (aunque «físicamente» disfruten o se beneficien de ellas) y a odiar y ser desleales respecto a las naciones occidentales en las que residen, aunque se beneficien de ellas.
En resumen, y como el Estado Islámico explicó una vez en un artículo titulado sin ambigüedades «Por qué os odiamos y por qué luchamos contra vosotros»:
«Os odiamos, ante todo, porque sois incrédulos». (Para que no parezca
que el Estado Islámico es una aberración que apenas habla en nombre de
los musulmanes, una encuesta de Pew Research Center reveló que, en solo
11 naciones, nada menos que 287 millones de musulmanes –solo los que
respondieron sinceramente– simpatizaban con el Estado Islámico o lo apoyaban.)
PARTE 2
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