Comprender el
islam (2). ¿Qué es el islam?
ÉDOUARD-MARIE GALLEZ
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Tras diez años de investigación, el E.-M. Gallez
publicó en 2005 una
tesis monumental (1), que revoluciona nuestra visión de los orígenes
del
islam.
¿De dónde procede su
interés por
la cuestión de los orígenes del islam? ¿Qué papel ha desempeñado el
padre
Moussali en sus investigaciones?
El padre
Antoine Moussali jugó un papel decisivo. Me encontré con él muchas
veces en
Amiens, entre 1995 y abril de 2003, cuando falleció.
Ciertamente, era uno de los sacerdotes más cercanos a los musulmanes
reales, a diferencia de esos dialogantes que no querían verlo, porque
él rompía sus ensoñaciones. Había dado cursos a los
monjes de Tibhirine y había sido un actor clave del diálogo en
Argelia, conociendo mejor que nadie el texto coránico (que sabía
salmodiar) y
la lengua árabe clásica, que enseñaba. Trabajando juntos en
Amiens, comprendimos poco a poco el juego de las sucesivas
manipulaciones del texto
coránico. De estas, la más simple y obvia es la contradicción entre los
versículos 82 y 51 de la sura 5, a propósito de los nasârâ. Siempre recordaré su
entonación del versículo 51, con o sin el añadido "y los nasârâ", que revelaba la añadidura.
Este descubrimiento constituyó el núcleo de su contribución a ¿Vivir con el islam?, publicado en
1996. En 1997, nuestra colaboración produjo La croix et le croissant,
un libro de comparaciones que inspiró
a muchos otros autores, llegando a veces hasta copiar el título. En
aquel
momento, no había ningún libro para aclarar las confusiones mantenidas
entre el islam, totalmente desconocido, y el cristianismo, conocido
cada vez menos.
Sin embargo, sabíamos que este libro no resolvería nada: comparar y dar
testimonio permitía tomar conciencia del problema, no resolverlo.
¿Podría resumirnos su
tesis sobre
el origen judeonazareno del islam?
La única pregunta importante es: ¿qué es
el islam?
Si no es el resultado de la intervención de Dios
(algo racionalmente delirante y, por ello, fuente de esquizofrenia,
como han mostrado varios autores (2)), debemos buscar cuál fue su
proceso histórico gradual. El islam que conocemos se fijó
definitivamente en el siglo X y es difícil resumir casi ¡diez siglos de
historia! Debido a que el mesianismo político-religioso que lo
caracteriza se remonta a una secta originalmente formada por
judíos excristianos, que conocieron al menos a uno de los apóstoles y
que no aceptaron ya la revelación que estos difundían. La
pregunta subyacente era la del reino de Dios que Jesús no pudo
establecer [según ellos], puesto que los jefes del templo, en torno a
la familia de
Anás y Caifás, lo habían hecho arrestar y crucificar. Pero Dios no pudo
abandonar a su mesías: lo elevó al cielo en espera de condiciones
propicias a su nuevo descenso, condiciones que esta secta soñó con
realizar. Había nacido el primer proyecto político-religioso universal
o
"mesianismo", y luego daría nacimiento a muchos otros que, por diversos
que sean, todos pretenderán instaurar la sociedad ideal sobre la tierra
-hasta los
totalitarismos del siglo XX-.
La transmisión de este mesianismo a los árabes
no fue un
simple contagio religioso, sino el resultado de un adoctrinamiento
iniciado a fines del siglo VI -en la generación anterior a Mahoma- por
los descendientes de aquella primera secta mesianista, que conviene
llamar "judeonazarena". Mahoma nunca tuvo más que un papel menor,
siguiendo a un cierto Waraqa, el principal propagandista entre los
árabes (cristianos). Hay dos fuentes contemporáneas que testimonian lo
esencial de su mensaje: el nuevo descenso inminente de Jesús sobre la
tierra (3). De ahí el título de El
mesías y su profeta para la tesis
universitaria, que en realidad es una síntesis de 1.100 páginas (con
1.659 notas): todo advenimiento del mesías debe estar precedido por un
profeta que lo anuncie (Malaquías 3).
El esquema siguiente da una idea de las etapas
que condujeron hasta el islam que conocemos, después de remodelar la
herencia judeonazarena con un revestimiento arabocéntrico. El gran secreto del
islam (96 páginas) ha hecho accesibles estos
descubrimientos, que no han
sido impugnados.
¿Cómo se ha acogido su
tesis académica en los círculos
especializados?
Habría que hablar más bien de una síntesis, rica en análisis
interdisciplinarios, en un mundo de la
investigación que a menudo cae en la hiperespecialización. Véase aquí
un esquema, que vale más que un discurso:
Este informe coherente da cuenta, en efecto, de
los datos disponibles en el sentido de que incluso las
investigaciones posteriores a 2005 se integran en él muy bien,
arrojando luz
sobre tal o cual punto que permanecía oscuro o aún no se había
abordado.
En 2008, un turco-alemán, Mohammed Kalisch,
profesor de
islam, había llegado a la conclusión de que Mahoma no pudo existir
(4). De hecho, lo que muestra la investigación con sus componentes
arqueológicos, exegéticos, geográficos, etc., es simplemente que el
personaje de la leyenda islámica no tiene nada que ver con el de la
historia.
Algunos
estudiosos no quieren o no pueden
enterarse verdaderamente de esta tradición leyendológica, pero los que
anteponen la investigación a
otras
consideraciones encuentran en la nueva síntesis abierta el marco de
análisis que esperan. Así, se crearon lazos personales con ocasión de
congresos o encuentros, sobre todo con el prof. Manfred Kropp, el prof.
Christoph
Luxenberg, M. Habib Tawa, el prof. Alfred-Louis de Prémare y otros. Fue
este último (m. 2006) quien, como si nada (era su forma de actuar), me
indicó, durante una de mis visitas a su casa, el lugar exacto del
nacimiento, en el norte de Siria, de lo que llegaría a ser "el islam".
Lo sabía por un comentarista del siglo XI. Efectivamente, en una
antigua
topografía, he encontrado un "río de los Quraisíes", la tribu de
Mahoma, e
incluso un lugar denominado "caravasar de los Quraisíes".
Lamentablemente, desde 2005, la nueva síntesis no
se ha
podido traducir y publicar en
Estados Unidos: solo aquellos que, allí, saben francés han
tenido
acceso a ella, como prof. Robert Kerr. Se ha perdido un tiempo
precioso. Algunos no saben aún que el origen sirio de la Hégira está
perfectamente
demostrado. En 622, Mahoma no fue de La Meca a Yatrib/Medina, sino
que, al contrario, la coalición nazareno-árabe que buscó refugio en
Medina provenía de la otra dirección: ¡del norte! Este cambio de
paradigma choca con fuertes resistencias e intereses.
¿En qué cambian
sus trabajos la comprensión que se tiene hoy del islam? ¿Aclaran, en
particular,
la cuestión actual del islamismo y de la violencia que lo acompaña?
Aparte de los libros de testimonio, lo que se
publica de hecho no aporta gran cosa sobre el tema. La cuestión de la
violencia islámica se plantea generalmente al revés. En efecto, todos los mesianismos son
potencialmente
violentos, e incluso genocidas, puesto que pretenden salvar al mundo:
con vistas a tal finalidad, todos los medios son
buenos. La vida humana no importa, ya se trate de una sola vida o la de
un pueblo entero. El verdadero problema es la finalidad: cualquiera que
sea, ¿puede un grupo humano detentar la clave del futuro? ¿Existe
siquiera un programa que Dios podría proporcionar a los hombres con el
objeto de
erradicar la influencia que el mal ejerce sobre el mundo? En los países
islámicos, hay cada vez más musulmanes que dejan de creer en esto, pero
en
Europa y en la Iglesia, todavía no se han planteado la cuestión.
¿Por qué ha hecho
falta esperar al siglo XX para que, en los medios católicos, nos
interesemos en estas investigaciones?
Este problema lo he tratado
en El malentendido islamo-cristiano,
aparecido en 2012. El necesario
cambio de paradigma no concierne solo a una simple cuestión histórica,
tiene enormes implicaciones. Con diez años más de vida, investigadores
como Henri Lammens (m. 1937) o François Nau (m. 1931)
habrían encontrado el nudo de la ficción leyendológica islámica, y ya
habrían realizado la nueva síntesis. Quizá. En cualquier caso,
desde 1912, el primero tropezó con el temor de sus superiores, que
le prohibieron toda publicación o nueva investigación sobre el
islam -lo que era bastante inútil: pronto iba a comenzar el terrible
genocidio de los
cristianos-.
El miedo no es la única razón del bloqueo: está
también la seducción o
las presiones políticas, particularmente fuertes cuando los poderes
supranacionales quieren promover el islam y servirse de él para
esclavizar a
la población o hacer explotar países. La negativa del clero occidental
a
escuchar a los cristianos de Oriente es obviamente un factor adicional
de bloqueo, un bloqueo hipócrita, ya que dicen que pretenden ayudarlos
(5). Y, por supuesto, está la negativa a ayudar a los musulmanes a que
encuentren su verdadero hogar, que es originalmente el de la fe
apostólica. La verdad es, entonces, que no estamos muy interesados en
ellos.
Notas
1. Le messie et son prophète.
Dos tomos. Éd. de Paris, 2005, 1.100 paginas.
2. Cf. Anne-Marie Delcambre, La
schizophrénie de l’islam. DDB, 2006. Fethi Benslama, Un furieux désir de sacrifice. Le
surmusulman. Éditions du Seuil, 2016.
3. Cf. enlace 1; enlace 2.
4. Cf. enlace.
5. Cf. Roland Hureaux, "Soutenir les chrétiens d’Orient en restant
politiquement correct", Liberté
politique, n° 69: 161-165.
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