Comprender el
islam (3). ¿Encubrir o descubrir lo que es el islam? El papel decisivo
de
la islamología
ÉDOUARD-MARIE GALLEZ
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La islamología es una disciplina que representa,
para su desgracia,
un desafío capital en el mundo de hoy. ¿Cómo funciona? La
cuestión no es simple.
Entre las muchas publicaciones recientes, la de Héla Ouardi, Les derniers jours de Muhammad
(Albin Michel, 2016) plantea bien el problema. Ella analiza y clasifica
los relatos islámicos relativos a la muerte del que se considera como
fundador religioso y político del islam, mostrando
las
continuas contradicciones que existen entre los diferentes relatos, así
como sus inverosimilitudes. ¿La conclusión de su análisis? No
se puede sacar conclusión...
"Las crónicas históricas tienen como misión
esencial, en gran medida, la fundación de una especie de ‘ficción
verídica’ susceptible de consolidar el régimen establecido y despejar
el camino preventivamente
de todas las voces disonantes que tuvieran alguna pretensión de poder"
(p. 251).
Y tras muchos otros, la señora Ouardi subraya un
"dilema":
o bien se intenta sacar de los relatos islámicos una biografía que no
valdrá gran cosa desde el punto vista crítico e histórico, o bien se
comprueba la imposibilidad de esa biografía y no habrá nada que hacer.
1. Comentario
académico o islamología de investigación
Pero este
dilema, en el que se encierra una islamología que podemos calificar de estrecha, ¿es real? Existe otro
enfoque: aquel que, sin ignorar la
llamada "tradición islámica" acerca de Mahoma o el Corán, tiene en
cuenta los análisis que pueden aclararla con una nueva luz, en el campo
de la arqueología, la lingüística, la historia extramusulmana y, por
supuesto,
la filología: ¡el texto coránico tiene cosas que decirnos como texto!
Esto es
lo que diferencia el mero comentario académico, o islamología estrecha, de la
verdadera investigación o islamología
amplia, que
tiene en cuenta, por ejemplo, los estudios bíblicos y siroarameos.
Este
es el camino seguido por A.-L. Prémare (m. 2006), Manfred Kropp,
Christoph Luxenberg, Guillaume Dye y muchos otros.
Evidentemente, cuando
uno se lanza a la investigación, no sabe de antemano lo que va a
encontrar, lo que puede asustar cuando el tema es tan sensible como
el de los orígenes del islam: a menudo, uno prefiere entonces atenerse
al comentario académico. Sin embargo, esta posición de miedo,
a veces consecuencia de las presiones, es difícil de justificar
racionalmente.
Primero, uno no puede científicamente
prohibir(se) a priori ciertos
enfoques, tanto más si han demostrado su fecundidad. Luego, se omite
una cuestión fundamental.
Ciertamente, es exacto que los relatos islámicos (la Biografía del
profeta o Sira, los
relatos de conquistas, las colecciones de hadices, ...), tan tardíos,
están viciados
por la voluntad de "fundar una especie de ficción verídica", destinada a
servir al poder establecido. En efecto, la
redacción de la leyenda islámica obedeció a una lógica de legitimación
del poder imperial, por ejemplo, plasmando en el Mahoma del islam la
conducta y las intenciones de los califas. Sin embargo, este carácter
normativo "político" no explica todo su contenido, solo una parte, tal
vez un 20% como máximo. ¿Cómo explicar entonces el resto? ¿Cómo y por
qué se fabricaron esos relatos plagados de contradicciones y tan
inverosímiles a los
ojos de un occidental? ¿Cuáles eran las motivaciones de sus
autores y de los califas a los que obedecían?
Los "versículos (supuestamente)
satánicos" -que dieron lugar a la fabricación de toda una literatura
destinada a justificar su presencia en el Corán- constituyen uno de los
numerosos
ejemplos de relato cuyo análisis revela esta causa principal de la
fabricación de "tradición islámica": no ya el apoyar una prerrogativa
del
poder califal (¿cuál podría ser en este caso?), sino reescribir el
pasado protoislámico. Podríamos dar otros ejemplos, todos igual de
reveladores, en particular los que parecen más extraños, como la isra o viaje
nocturno de Mahoma, un viaje a lomos de una yegua alada desde La Meca
hasta
Jerusalén
y de allí al séptimo cielo, donde se encuentra el Corán celeste, o
incluso el ángel
Gabriel ocupado en dictar ese Corán celeste al oído de Mahoma,
que luego lo repetiría (de ahí su título de rasul,
mensajero-profeta). La construcción
de estos relatos tan imaginativos puede explicarse siempre de manera
racional, no desde una perspectiva política, sino en el marco de una
voluntad de reescribir el pasado.
Aquí
estamos ante la clave de la islamología, que
es compleja: hay que considerar a la vez el pasado
protoislámico -es decir, lo que los nuevos amos de Oriente Medio
querían ocultar- y la manera en que proyectaron hacia el futuro su
identidad y su
legitimidad aquellos que todavía no se llamaban "musulmanes" (1). En
esta proyección, la recopilación llamada Corán jugará un papel
importante, pero las piezas protoislámicas que lo constituyen
esencialmente no estaban hechas realmente para desempeñar ese papel.
Por eso, si el objetivo final es legitimar el nuevo poder ante
Dios y la historia, el discurso islámico tendrá a veces como objetivo
inmediato hacer decir esto o aquello a tal pasaje coránico: se
entenderá mejor con el ejemplo de los "versículos satánicos" que
abordaré más adelante y que he escogido de una
publicación
reciente (2).
En esta reescritura del pasado, el documento
fundamental
es la famosa Sira al-nabawiya,
o Vida del profeta, escrita
dos siglos
después de los supuestos hechos. Mantiene su importancia por el hecho
de que todos los
escritos anteriores que contenían informaciones sobre el Mahoma de la
historia fueron destruidos sistemáticamente. Los autores de esta
"biografía", escribe A.-L. de Prémare, con su habitual gentileza: "en
gran parte, construyeron esta biografía con el fin de
explicar diferentes pasajes del Corán. Es difícil tenerla en
cuenta hoy" (3).
El verdadero dilema de la islamología no está,
por tanto, en la elección entre fabricar biografías de Mahoma que
tengan una
apariencia de historicidad (destinadas al lector occidental), o
no escribir
nada en absoluto, sino en tener en cuenta o no enfoques que se fundan
en
fuentes y análisis sólidos, en lugar de en fabricaciones "históricas"
islámicas (4). Tal es el propósito de este artículo.
2. Método histórico,
estudio de los hechos, presiones diversas
Para aquellos
que no están familiarizados con el método histórico, será útil
recordar aquí algunas cosas. La historiografía puede tener un
carácter científico no porque proporcione pruebas absolutas
(experimentales), sino porque puede conducir a certezas, a la manera en
que un tribunal tradicional confronta testimonios e indicios. Este es
el
método que hace que la investigación histórica sea una disciplina
científica: requiere la recopilación más exhaustiva posible de los
datos relacionados con la cuestión tratada, después un examen
crítico e imparcial (significación, fiabilidad, posible razón de
los maquillajes) antes de determinar las convergencias. Estas son las
que
imponen la certeza histórica. De lo contrario, si solo se tratara de
seleccionar arbitrariamente unos datos, negándose a tener en cuenta
otros
datos probados, no se hablaría de investigación histórica sino de una
mala
novela.
A pesar de las destrucciones sistemáticas
llevadas a cabo por
los califas -un fenómeno que constituye ya en sí mismo un hecho
histórico que
debe tenerse en cuenta y que indica una voluntad implacable de ocultar
el
pasado (hay que preguntarse por qué y qué había que ocultar)-, hoy
disponemos de gran cantidad de datos y análisis fundados en fuentes
sólidas. Una parte importante de estos datos es accesible por Internet.
Por otro lado, parece también que la apuesta de
la investigación
islámica nunca ha sido tan sensible. Es extremadamente importante, en
efecto, para Estados como Arabia Saudí y Qatar, poder apoyarse en el
discurso
universitario occidental, a fin de reforzar su propaganda religiosa.
Por
supuesto, a los académicos occidentales no se les va a pedir que
enseñen la
realidad del viaje nocturno o
la del ángel Gabriel dictando el
Corán,
pero al menos que no produzcan una "explicación" de los orígenes del
islam que descarte el postulado según el cual Mahoma sería el fundador
del islam, y esto en La Meca. Lo que reduce entonces el campo
islamológico prácticamente al de los comentarios académicos.
Paradójicamente, la situación nunca ha
sido a la vez tan favorable y tan nefasta. El método histórico está a
punto
y da resultados, los datos o análisis que hay que tener en cuenta
están disponibles, mientras que, al mismo tiempo, existen enormes
presiones que se
oponen al trabajo científico y su difusión.
3. La hipótesis
de un
"cristianismo árabe preniceno"
Para comprender mejor la situación,
echemos un vistazo a dos hipótesis extendidas actualmente acerca de los
orígenes del islam. La moda ya no son las explicaciones sociológicas,
psicológicas o económicas -siempre muy reduccionistas-, se trata de
hipótesis que dan explicaciones esencialmente "religiosas".
La primera, defendida hoy sobre todo por Volker
Popp, atribuye el origen del islam a una
comunidad árabe que llama "cristiana", que habría existido en Arabia
antes
del islam y que justamente habría proporcionado a Mahoma sus
conceptos religiosos, en particular la idea de la no divinidad de
Jesús. De ahí la denominación de "prenicena", ya que, según el autor,
sería
en el concilio de Nicea
(año 325) donde los cristianos habrían inventado
un Dios Uno en tres "Personas" o "polos de vida", y la fe en
la divinidad de Jesús ligada a ello. Y esta "fe de Nicea", según
Volker Popp, se opondría a lo que habría sido la "verdadera" fe de los
apóstoles -una fe primitiva que un pequeño grupo desconocido, y árabe,
habría preservado y transmitido a un tal Mahoma, deseoso de
crear su propia religión.
3.1. "Prenicenos"
ficticios y utilización de san Pablo
Se trata, pues, de una hipótesis que se apoya
esencialmente en otra hipótesis. La idea de un "cristianismo
preniceno", en oposición a un
"cristianismo posniceno" ¿está fundada? La cuestión merece plantearse
porque, en
el mundo universitario, a menudo se la considera un postulado, que por
definición debe aceptarse sin discusión. Pero es discutible,
precisamente.
Si abrimos el Nuevo Testamento, encontramos que los dos puntos de fe
señalados más arriba se leen ya
allí y de manera inequívoca
(5); y ocurre lo mismo en los escritos de los Padres de la Iglesia
orientales y occidentales, antes del 325 (6). En Internet, se puede
verificar todo esto fácilmente. Solo la
hiperespecialización puede excusar a quienes se fundan en semejantes
ideas recibidas y falsas.
Pero, a veces, se hace intervenir a san Pablo para dar peso a ese
"cristianismo preniceno", denominado ahora "judeocristianismo" para la
ocasión. En efecto, se imagina que Pablo
adaptó la revelación a los gentiles, recurriendo a la divinización de
Cristo, oponiéndose así a lo que habría sido el supuesto cristianismo
hebreo-arameo primitivo de los apóstoles. Lo cual no es muy coherente,
porque
¿es Pablo quien habría fabricado el cristianismo actual, o el concilio
de
Nicea casi tres siglos después?
Un pequeño excursus no está de más. Si
Voltaire es el principal
inventor de la leyenda de la fabricación de la fe cristiana en
Nicea, es luego cierta exégesis protestante, fundada solo en los
manuscritos griegos, la que está en el origen de la idea del
"cristianismo
paulino" -aunque muchos exegetas protestantes actuales o antiguos
no comparten esa idea-. A fuerza de trabajar con traducciones (es
decir, con
manuscritos griegos, que a menudo están llenos de errores de los
copistas),
en lugar de interesarse por los textos de los cristianos arameos que
reproducen la lengua original, los exegetas han tropezado con
dificultades. En resumen, algunos han imaginado que los textos del
Nuevo Testamento (en griego) podrían ser tardíos y haberse conformado a
las invenciones de Pablo. El principal argumento de esta posición es la
cuestión de los milagros. Como los milagros no existen (!), los
textos que hablan de ellos no pueden ser históricos, por consiguiente
son fruto de elucubraciones comunitarias soñadas progresivamente.
Lo mismo
ocurriría con los diversos puntos de la fe cristiana.
Esta argumentación sigue teniendo actualidad, y el
islam se aprovecha de ella. Del lado islámico, en efecto, el discurso
la
utiliza para mostrar que la figura del Jesús-profeta de la exégesis
racionalista reforzaría la del Jesús-profeta del Corán -aunque en
realidad está lejos de eso, pues según el texto
coránico, Jesús hizo milagros-. Del lado racionalista, se invocan los
"milagros coránicos" (de Jesús o de otros como el ángel que dicta el
texto,
o el viaje a lomos del caballo alado, "justificado" por Corán 17,1)
para
decir que los milagros son cosas imposibles de por sí y, por lo tanto,
que el cristianismo verdadero, "preniceno" o "prepaulino" (elíjase uno
de los dos) es anterior a su invención. Sin embargo, ¿es racional
colocar en el mismo plano los "milagros del islam" y los del Nuevo
Testamento, como por ejemplo la curación de un enfermo? Nunca
se han comprobado casos similares a los "milagros" coránicos, a
diferencia de
los milagros de curación, que se han observado con frecuencia, incluso
hoy, en
relación con los actos de fe -sea cual sea el proceso-. Además, la
historia de los primeros se explica
totalmente por la necesidad (política) de presentar el Corán como un libro celestial
(y en interacción con este o aquel versículo, véase la
nota 2b). Los relatos evangélicos de milagros, en cambio, no han
sido impuestos por
ningún poder político, ni tienen como objetivo ocultar el pasado.
Cerremos el paréntesis.
Es suficiente, en lo que toca al calificativo
de "prenicenos" inventado por los árabes en orden a "explicar" los
orígenes del islam. Está de más también el calificativo
de "cristianos", puesto que simplemente no lo eran.
Intentemos, no obstante, salvar esa
hipótesis afirmando que los
precursores árabes de Mahoma habrían sido más bien "excristianos". La
cuestión es entonces: ¿habría habido, en algún lugar del sur de Arabia,
unos "árabes excristianos preislámicos" cuya doctrina habría rechazado
el
núcleo de la enseñanza de los apóstoles, conservando, por
ejemplo, la creencia en la concepción virginal de María y en la
identidad de Jesús como mesías de Israel? Pero, ¿por qué entonces estos
árabes -y luego Mahoma, habrían rechazado lo primero y aceptado las
otras dos creencias?
¿Es la fe una mezcla culinaria que uno se fabrica poniendo en la olla
tal y tal ingrediente según el gusto del momento?
Además, ¿cómo se podría pasar de semejante mezcla a los relatos
islámicos
del viaje nocturno, del Corán celestial y la revelación por medio del
ángel Gabriel? ¿Cuál
es la relación entre la fe excristiana de esos árabes y estas
elaboraciones? Racionalmente, no hay ninguna salida.
Cualquiera que sea su forma, la idea de un "cristianismo árabe
preniceno" es, por lo tanto, contraria a los datos de la documentación
islamológica. Hay que abandonarla. Sin embargo, es una buena ocasión
para considerar tres pasajes del Corán que, como texto, forman parte de los
datos
importantes de la islamología. A nivel textual
(teniendo en cuenta
los eventuales añadidos sucesivos, las malas puntuaciones o
vocalizaciones, etc.) y no tal como es leído e interpretado según
presuposiciones y sentidos forzados por los comentarios
islámicos, el Corán proporciona en efecto informaciones valiosas sobre
su contexto
religioso real, lejos de la leyenda islámica.
3.2. La primera
parte de la sura 19, la sura María
Veamos primero la sura que más habla de María.
Los estudios coránicos de estos últimos años
han sacado a la luz el enraizamiento del Corán en una esfera cultural
que no es ni culturalmente árabe,
ni del sur de Arabia desde el punto de vista geográfico (como se
imagina en
Medina,
o en La La Meca), sino un enraizamiento en el mundo siroarameo, donde
también había árabes.
Guillaume Dye ha mostrado que los versículos 1 a 63 de esta sura 19
constituían primitivamente una composición "homilética" (es decir, una
forma de retórica destinada a la liturgia), tal como se encuentra en
los
escritos siroarameos cristianos (7) -excepto los versículos
34-40 que Régis Blachère ya había señalado como un añadido (8).
Por supuesto, el género "homilético" no era exclusivamente cristiano;
es propio de la lengua y cultura bíblica aramea que los cristianos de
Mesopotamia, en
su mayoría de origen judío, compartían con los demás judíos,
pertenecieran o no a la corriente rabínica (y en particular con los
judeonazarenos, de los que hablaremos más adelante). Además, en el
versículo 33, se ve a Jesús hablando del "día en que viva"
(yawm 'un'atu ḥayya): ningún
cristiano se habría expresado de esta
manera, habría empleado la raíz qum
haciendo hablar a Jesús del "día de mi
elevación/resurrección" (o del "día del juicio" en el que se
manifestará gloriosamente, según
su promesa).
La convergencia de estos datos es decisiva:
la tradición en la que se inscriben los versículos 1 a 63 de la sura 19
es necesariamente
hebreo-aramea, sin ser cristiana
-por tanto, no es en modo
alguno árabe-. Hay que buscar en una nueva dirección.
3.3. Segundo
ejemplo: María (Mariam) madre de Jesús, nueva Mariam bíblica
Aparte de la alusión de san Pablo a una manera de hablar que presenta
implícitamente a la madre de Jesús como la nueva Mariam bíblica (1
Corintios 10,3-4) (9), ya no hay ninguna indicación que permita decir
que los
cristianos hicieran tal comparación. Se puede, entonces, suponer que se
abandonó muy pronto, probablemente desde principios del siglo II (10),
porque era incomprensible para aquellos que no conocieran los
comentarios
judíos de la Biblia a los que alude Pablo, y sobre todo porque
a fin de cuentas es bastante pobre. Con todo, esa comparación no
fue abandonada por todo el mundo: fue mantenida manifiestamente en
cierta
corriente, sin lo que no podría explicarse que, de manera insistente,
por tres veces (11), el Corán identifique a Mariam, la madre de
Jesús, según su nombre arameo, con Mariam, la hermana de Aarón,
según los targumín
(comentarios bíblicos, en arameo también).
No son los escritos del judaísmo rabínico los que exaltan a la madre de
Jesús comparándola con Mariam la hermana de Moisés. Por el contrario,
más bien la insultan. Precisamente el Corán defiende la reputación de
Mariam frente a las imputaciones rabínicas contra la rectitud de su
vida
(véase Corán 19,28, y la nota 11-).
En otras palabras, el autor o los autores de
todos estos pasajes del Corán
conocían no solo la literatura judaica (escrita en arameo o hebreo, dos
lenguas que debían dominar), sino que son herederos de una tradición
que se remonta al tiempo de los apóstoles. Su retrato histórico
se dibuja así: son necesariamente judíos, aunque opuestos al judaísmo
rabínico, pero no son cristianos. Esto corresponde exactamente a las
posiciones de los judeonazarenos, como veremos.
3.4. Tercer ejemplo
sacado del Corán: ¿María en la Trinidad?
Para terminar, veamos el versículo 116 de la sura 5.
Desde 2005, su significado está demostrado y
publicado. Incluso
entonces, no fue una primicia: varios comentaristas coránicos antiguos
lo habían señalado hace varios siglos. La
islamología occidental existe desde hace 150 años, y a nadie se le
había ocurrido preguntar a
los cristianos arameos (caldeos o asirios) cómo llaman ellos al
Espíritu Santo. Ellos le decían y le dicen todavía "Madre de Jesús".
Esta
expresión, propia de la teología aramea, se encuentra en los escritos
de los Padres de la Iglesia orientales (12).
Sin esta aclaración que proporciona el contexto histórico real, el
musulmán, obligado a leer el Corán como Palabra de Dios dictada en
árabe, lee este versículo 5,116 en el sentido de que los cristianos
harían de María el tercer polo de la vida trinitaria. En efecto, en la
perspectiva del día del juicio, simplemente hace decir a Dios y a
Jesús -pero de manera irónica-:
"Cuando Dios diga: 'Isa [Jesús], hijo de Mariam, ¿has dicho a la
gente: Tomadme a mí y a mi madre
como dos divinidades junto a Dios?"
Cualquier cristiano restablecerá la verdad de su fe ante los
musulmanes. Estos,
sin embargo, tienen lista la respuesta coránica: "Mira cómo mienten
contra sí mismos" (Corán 6,24). Ante estas acusaciones insensatas,
¿cómo es que
la islamología no ha demostrado que los musulmanes se engañan? ¿Por qué
algunos
islamólogos han llegado, incluso, a imaginar una especie de secta mariamita que, precisamente, habría
profesado tal doctrina?
¿Era solo por complacer a la interpretación
islámica? Por supuesto,
de esta "explicación" mediante una hipótesis sin fundamento (13) saca
provecho la propaganda islámica (14) (que con mucha frecuencia utiliza
los comentarios eruditos de la islamología). Pero esta razón, aunque
real, parece de poco peso. Incluso sin recurrir a la tradición aramea,
basta
consultar a unos cuantos comentaristas musulmanes tradicionales (15)
para
comprender que la expresión "madre de Jesús" no puede designar aquí a
otra persona que no sea el Espíritu Santo. Entonces, ¿por qué la
islamología no ha hablado de esto?
Hay que ser lógicos. Si un versículo del
Corán no se
explica más que por un contexto siroarameo, el nacimiento del islam
debe situarse igualmente en ese contexto: uno se ve llevado entonces a
considerar que el islam
tiene un lugar de origen distinto del sur de Arabia. Hasta finales de
la
década de 1970, faltaban argumentos en este sentido, pero los trabajos
de Patricia Crone (m. 2015) y Michael Cook (16) esencialmente abrieron
la
perspectiva para situar el protoislam en el norte del área árabe, en
Siria -por tanto, en un entorno siroarameo-.
Las consecuencias de esta perspectiva
asustan, y más aún cuando
uno se da cuenta de la ausencia total de fuentes y pruebas que puedan
confirmar que La Meca de las tradiciones musulmanas haya existido de
verdad: la documentación sobre La Meca es nula. En efecto, no existe la
menor huella
histórica de esta ciudad antes de finales del siglo VII (las pocas
pistas propuestas en Internet son inexactas (17)). ¿Qué pensar
entonces?
Peor aún: habría motivo para considerar que los califas pudieron
crearla
para hacer vivir allí a Abrahán e Ismael (18) y así dar lugar y
consistencia a la
creencia en la descendencia árabe
de Ismael (19). E incluso, si no hay documentación islamológica, uno se
puede interrogar al menos sobre la actualidad reciente, en las que los
saudíes han demolido completamente el centro
de La Meca y han removido el subsuelo sin que salga a la luz nada
antiguo. Esto es
un tanto enojoso para una ciudad que supuestamente data de mucho antes
de
Abrahán -por lo que muchos saudíes han dejado de creer...
Como resultado del estudio de este tercer ejemplo, se impone la misma
conclusión que para los dos primeros: los instigadores y predicadores
del
protoislam con toda seguridad no son árabes. Son claramente parte del
mundo
judío, al mismo tiempo que opuestos radicalmente al judaísmo rabínico.
Y heredan
tradiciones cristianas al tiempo que se oponen a la fe cristiana.
Lógicamente, pertenecen a una corriente de judíos excristianos que
es ciertamente muy antigua. Ahora bien, tal corriente existía, e
incluso
es
bien conocida -fuera del campo habitual de la islamología-. Son
los primeros poscristianos.
4. La hipótesis de
"préstamos de cristianismos heréticos"
El análisis de otra "hipótesis explicativa" del islam, muy diferente de
la de Volker Popp, nos va a servir ahora para avanzar en nuestra
investigación: la encontramos en un artículo reciente de Olivier Hanne
(20). Así, tenemos casi los dos extremos en materia de
"explicación", al menos en el aspecto religioso.
Esta vez, ya no son los árabes "cristianos
herejes" los que se postulan
como fuentes de inspiración de Mahoma, son, indirectamente, las
propias Iglesias orientales. Esta idea, que no la ha inventado
Hanne, apareció en la tradición islámica occidental hace mucho tiempo.
Es de lo más simple como concepto: una vez considerados como "herejes"
los cristianos de Oriente, Mahoma es el receptáculo de sus concepciones
no ortodoxas
(si se puede decir) de Cristo -o de discusiones sobre este
asunto-.
Y lo mismo que Mahoma sacó de ahí una nueva religión, Hanne saca de
esa vieja idea una versión nueva, que insiste en el papel luminoso del profeta, investido como
rehabilitador de herejías: "Los errores
cristianos denunciados por el Corán son deformaciones de doctrinas
monofisitas o nestorianas", escribe (21).
4.1 Las iglesias
precalcedonianas ¿responsables del islam?
En buena lógica, si denuncia "errores cristianos", Mahoma debería
haberse convertido en cristiano copto
(o monofisita según el
lenguaje desdeñoso occidental), o asiriocaldeo
(en occidente, a estos
cristianos arameos se les da el nombre caricaturesco de nestorianos).
), o incluso en cristiano occidental
(bizantino o latino) que,
precisamente, tiende a considerar a todos esos cristianos de Oriente
como los herejes. ¿Por qué, entonces, Mahoma no se hizo
cristiano (suponiendo que hubiera sido primero pagano, pues la
persistencia de un
antiguo politeísmo es otro postulado de la leyenda islámica (22) -uno
más-)?
Notemos que, después de las aclaraciones llevadas a cabo en el siglo
XX, el
reconocimiento recíproco de la fe y los sacramentos entre todas las
Iglesias de Oriente y de Occidente es total. Las diferencias entre
ellas nunca fueron más que culturales (y principalmente debidas a la
inculturación grecolatina) o cultuales. Estas diferencias nunca
afectaron al contenido mismo de la fe -solo a la riqueza de sus
expresiones y, a veces, a su comprensión.
Dicho esto, la hipótesis de Hanne se reduce a la idea de unas
tradiciones
"erróneas" orientales que habrían influido en Mahoma. Si
se trata de "nuevos enfoques, distintos de los propagados por la
versión
oficial [de los orígenes del islam]" (23), uno espera ver cómo
cuestiona
seriamente la leyenda islámica. Por el contrario, las suposiciones del
autor la refuerzan ampliamente. Por ejemplo, propone un mapa de
Arabia que muestra 29 lugares de "expediciones y batallas realizadas
durante la vida de Mahoma" (solo tres están marcadas con un signo de
interrogación). En realidad, solo el relato de la batalla de Muta
(finales de 629 o 630, cerca del Jordán) parece referirse a una
realidad
histórica, ya que está reseñado por fuentes no musulmanas. Las otras
"expediciones y batallas" provienen solo de relatos islámicos
tardíos, que forman parte de la reconstrucción imaginaria de la vida de
Mahoma.
El problema se entenderá mejor con ayuda del ejemplo de los "versículos
satánicos".
4.2.
¿Versículos del Corán dictados por un demonio?
Los "versículos satánicos" son versículos del Corán que la tradición
atribuye a
Iblis/Satanás porque parecen un elogio del politeísmo. Aquí está la
presentación que hace Hanne:
"Mientras que su predicación pública es rechazada y el número de
conversos
no supera las doscientas personas [¿cómo lo sabemos?], Mahoma se
sintió tentado por una acomodación propuesta por los mequíes,
episodio que recuerdan los versículos de la sura 53 que él habría
pronunciado:
"¿Has considerado Al-Lat y Al-Uzza, y
la otra, Manat, la tercera? Son diosas sublimes cuya intercesión se ha
de implorar". El profeta
justificaba así el culto a las tres diosas del Hiyaz. Pero, al
enterarse por la tarde, por Gabriel, que su lengua -y no su corazón-
había sido inspirada por Satanás, rechazó en seguida el pasaje en
cuestión. Si la tradición niega el
consentimiento del profeta a estos versículos,
el análisis muestra que buscaba un acuerdo teológico con los paganos,
concediéndoles un culto a las tres divinidades a cambio del
reconocimiento
de la superioridad de Alá" (24).
El autor dice que lleva a cabo un "análisis" del motivo por el cual la
teología
islámica rechaza estos versículos 53,19-20 (que están ausentes, por
esta razón, en algunas ediciones del Corán). ¿Cuál es este análisis?
Imagina en ese rechazo un sustrato histórico constituido por una
voluntad de "acomodación" por parte de Mahoma con respecto a los
paganos [¿qué paganos?] de La Meca [¿qué Meca?], e incluso llega poner
en escena el corazón del
Mahoma de la leyenda islámica. Es
sin duda admirable desde el punto de vista de la fe musulmana, pero
el problema capital ni siquiera se plantea: ¿cómo y por qué ese
sustrato sería el origen de un relato tan complejo e inventivo?
Estrictamente hablando, pues, no hay análisis.
Y la Sira, en la que se basa
el
autor, no ofrece "una imagen idealizada del profeta" (p. 19), y mucho
menos una imagen histórica del Mahoma real (aunque,
marginalmente, pueda contener algunos escasos elementos que den
cuenta de la lejana
realidad histórica a partir de la cual se construyó la leyenda).
4.3. Por qué el
islam debe calificar estos versículos de "satánicos"
La verdadera cuestión es: ¿cómo llegaron los "biógrafos" a fabricar la
teoría de los
"versículos
satánicos"? A.-L. de Prémare tenía razón: es para "explicar" de una
manera islámicamente correcta este pasaje del Corán, los dos versículos
53,19-20. En efecto, desde el momento en que el texto coránico se
presentó como palabra literal de Dios (a finales del siglo IX, bajo
el califato de Al-Mutawakkil), los comentaristas del Corán tuvieron que
afrontar un gran problema: esos versículos, que parecen hacer un elogio
de
otras divinidades, no podían ya haber sido dictados por Dios mismo
(25). ¿Por
quién, entonces? Por lo tanto, hizo falta hacer intervenir a Satanás
para
que ocupara el lugar del ángel Gabriel hablando al oído de Mahoma por
un instante, el tiempo de dictarle los dos versículos problemáticos,
que así se
convirtieron en "satánicos".
¿Cómo se las arreglaron esos comentaristas,
entonces, para dar una apariencia de
plausibilidad a semejante "revelación satánica"? Para esto, imaginaron
una
visita de Mahoma a la Caaba de La Meca y la representan llena de
ídolos como Al-Lat, Al-Uzza y Manat (26), dado que el texto los
menciona.
¿Por qué llena de ídolos? Porque en virtud del dogma de que la
revelación coránica viene a corregir las "revelaciones anteriores"
judía y cristiana, los árabes mequíes deben haber sido politeístas
(es decir, árabes no contaminados por esas revelaciones anteriores
corrompidas). Que la Caaba hubiera sido purificada 2.400 años antes por
Abrahán, según la misma leyenda de estos comentaristas, no contradice
en nada la actuación de Mahoma, siempre que los árabes
hubieran recaído entre tanto en el
oscurantismo de la ignorancia
(yahiliya). ¡Sin esto no había
ninguna luz que traer a los
árabes y al mundo!
4.4. Comprender el
discurso teológico del islam en su "verdadero sentido"
Las demostraciones son imparables, excepto que su lógica funciona al
revés: parte de las conclusiones para deducir de ellas las etapas
anteriores del
razonamiento. Considerado desde este ángulo, es decir, si se
reconstruye al revés (y, por tanto, tal como se construyó de hecho), el
relato
islámico se explica entonces al detalle. Pero hay que comenzar por
tomar este relato
en serio, lo que las mentes estrictamente cartesianas, por lo general,
se
niegan a hacer.
En
cuanto a lo que el texto coránico quería decir verdaderamente con esos
versículos calificados de "satánicos", se entiende que se trata de una
retórica de
predicador, que denuncia sarcásticamente las prácticas supersticiosas
de los árabes. Dicha retórica se puede encontrar en la Biblia, por
ejemplo, cuando el profeta Elías clama a los profetas de Baal: "¡Gritad
más fuerte! Baal es dios, pero estará meditando, o bien ocupado, o
estará de viaje. ¡A lo mejor está durmiendo y se despierta!" (1 Reyes
18,27)
-si hubiera que leer este pasaje a la manera musulmana, uno debería
pensar que el
Dios de la Biblia dijo que Baal era Dios (¡entonces Dios sería
politeísta)-. En resumen, los árabes a los que se dirige la predicación
simplemente habían conservado prácticas supersticiosas (27) (como los
árabes de hoy todavía las tienen). La cuestión de los "versículos
satánicos" queda así aclarada en todos sus aspectos.
El punto que podemos retener es que, efectivamente, el islam se enraíza
en
cierta "herejía cristiana", pero que esta no tiene conexión alguna con
las Iglesias que
conocemos de Oriente o de Occidente: es anterior a su constitución. Y
debe remontarse al final de la primera generación (judeo)cristiana.
5. El nudo de la
primera generación (judeo)cristiana
En
efecto, ninguna "herejía", ni ningún movimiento religioso,
nace nunca de la repentina inspiración de un fundador. El cristianismo
no se
puede comprender, por ejemplo, sin su enraizamiento en lo más profundo
de las tradiciones judías, es decir, hebreo-arameas. Nuestros estudios
sobre el
Corán han revelado un movimiento judío no rabínico y excristiano que
debe remontarse lejos igualmente, siendo el islam por su parte su
revestimiento arabizado, que tomó muy paulatinamente la forma y el
contenido que conocemos (a partir de los años 640 y hasta el siglo X).
¿Dónde situar exactamente el punto de
partida?
No podemos remontarnos más allá de la primera
generación cristiana y lo más
probable es que este punto de partida se sitúe justo después de ella.
En efecto, los comienzos del cristianismo son una historia íntegramente
judía,
y los no judíos que se unieron gradualmente no tuvieron influencia
hasta después de varias generaciones -en cuanto a los primeros obispos
de Roma, todos fueron judíos-. Y, según la visión de los Padres de
la Iglesia y primero del mismo Jesús y del Nuevo Testamento (28), esta
generación había sido preparada durante los siglos anteriores para
desempeñar un
papel decisivo en la historia del mundo en ese momento -es decir, en
los años 30 a 70, si consideramos que una generación
bíblica representa 40 años.
5.1. Los años 30 a
70 del siglo primero, y el primer mesianismo
Se
comprende mejor cuando se observa el inmenso trabajo realizado en
aquellos años por los apóstoles y sus discípulos, partiendo de
Jerusalén
en todas las direcciones del mundo, menos sin duda hacia el norte
y el sur (por una parte el Cáucaso y Rumanía, por otra Egipto y
Nubia-Etiopía) que a lo largo del eje Este-Oeste (por un lado el mundo
grecorromano y, por otro, el imperio parto, India y China). Las
tradiciones cristianas siempre habían guardado memoria de esta
expansión del Evangelio (incluida China), lo que la arqueología
reciente ha venido a confirmar y
explicar -había, en efecto, comunidades hebreo-arameas por todo el
mundo
(accesible) de la época, hasta el punto, al parecer, de que había más
judíos viviendo fuera
de Palestina que allí (29): ¡era a estos a quienes los apóstoles iban a
visitar!
De estos millones de hebreo-arameos, parece que muchos siguieron a los
apóstoles (30), a pesar de la sangrienta oposición de la familia de los
sumos
sacerdotes en el poder en Jerusalén, y la de una mayoría del movimiento
fariseo. Al mismo tiempo, entre los grupos que rechazaron el Anuncio,
echó raíces el mesianismo, primero en el entorno del rey
Herodes Agripa, quien terminó exaltándose como Mesías (31); luego,
tras el asesinato del apóstol Santiago en Jerusalén, este espíritu
mesianista se extendió hasta suscitar, en el año 66, una rebelión
contra el protectorado romano, que se conoce como la "primera guerra
judía" y que condujo a la destrucción del Templo en el año 70.
Finalmente, después del 70, tomaba forma la primera doctrina mesiánica,
es
decir, el primer proyecto de sometimiento del mundo en nombre de Dios,
separando a los humanos en "buenos" y "malos" y concibiendo la
salvación del mundo mediante la
sumisión o la erradicación física de los "malos" (32).
Tengamos en cuenta que si el Templo fue
destruido en agosto del 70 (por
accidente, según Flavio Josefo, que es la principal fuente histórica
para el conocimiento de estos acontecimientos), el destino de la
Jerusalén sublevada estaba ya sellado en abril del mismo año, cuando
los romanos terminaron de sitiar la ciudad: en aquel momento hacía
justo 40 años que Jesús
había muerto y se había levantado, según el testimonio de los apóstoles
y
de todos aquellos que lo vieron -lo que negará precisamente la
corriente excristiana "mesianista", de la que será heredero el islam
cinco siglos más tarde.
Los desafíos de esta historia son tales que
una enormidad de documentos (en
sentido amplio: escritos, piezas de arqueología, etc.) fueron
sistemáticamente destruidos u ocultados -lo que sigue ocurriendo
todavía hoy, y no solo por parte de los islamistas que queman o hacen
explotar los
vestigios del pasado-. Los cristianos, por su parte, siempre estuvieron
interesados en conservar al máximo los datos del pasado, en
particular mediante una labor de creación de bibliotecas, que es una
constante tanto para los cristianos de Oriente como para los de
Occidente. El
problema al que estamos confrontados respecto al siglo primero en
particular es el restringido número de datos disponibles (también
habrá algunos que se mantienen escondidos). Como siempre en la
historia,
estamos obligados a avanzar a través de convergencias de los datos y
los
indicios disponibles, cuyo valor hay que sopesar y cuyo contenido hay
que analizar primero. Ciertamente, no existe nunca una prueba histórica
absoluta. Por
todo ello, parece racionalmente imposible escribir una historia de ese
siglo sin mencionar el personaje de Jesús ni los documentos
relacionados
con el Anuncio que sus discípulos llevaron por el mundo; tal manera de
hacer
historia estaría truncada y, además, oscurecería la transformación de
las mentalidades desde el mundo antiguo hacia las que fueron
moldeadas por la era cristiana (por ejemplo, la afirmación de la
dignidad de todos los seres humanos), así como los fenómenos
vinculados con esta transformación -es decir, haría
incomprensible lo que es el mundo de hoy-.
5.2. La síntesis de
2005, El mesías y su profeta
Siempre se puede decir que la cantidad de datos disponibles para el
siglo I difícilmente permite rastrear la aparición de la
corriente mesianista, de la que el islam es heredero directo, y que
ya había inspirado otras corrientes anteriormente. No lo creemos, si se
considera la documentación islamológica extendida a todos los aspectos pertinentes:
la "historiografía" islámica, la arqueología, la geografía, la exégesis
coránica,
los estudios bíblicos y arameos, los estudios judaicos, la lingüística,
la topografía, los estudios de manuscritos del Mar Muerto, así como de
sus
lugares, en particular Qumrán (33), y la literatura
escatológico-guerrera
llamada "judía" (no rabínica), a veces mal etiquetada como
"intertestamentaria" y entendida incorrectamente, etc. En lo
esencial,
este trabajo ya está realizado en 2005. Las 1.100 páginas de El mesías y su
profeta no son una enésima tentativa de racionalizar la
leyendología islámica,
sino una síntesis de la
documentación histórica, que, apoyándose en numerosos
predecesores en la islamología (Patricia Crone, Robert Hoyland, Joseph
Azzi, Jean-Marie Magnin, etc.) y en campos relacionados, proporciona
a esta documentación un marco abierto y coherente.
En efecto, da cuenta de los diversos datos de esa documentación,
incluidos los datos
aparentemente contradictorios e incoherentes, o incluso tan
inverosímiles
como el viaje nocturno o el ángel que dicta palabra por palabra el
Corán, y asimismo los datos de las investigaciones que han seguido
desde hace
más de diez
años: de hecho, nunca han hecho más que confirmar las perspectivas
abiertas o
clarificar puntos que no se habían podido abordar (o se habían abordado
demasiado
rápido). Toda investigación implica confrontaciones, y esta está
precisamente abierta a ellas, por ejemplo, recientemente con la
publicación de los trabajos de Dan Gibson (34). Así, esta síntesis
se muestra fecunda, y da cuenta incluso del proceso lógico fundamental
que siguieron las "tradiciones" islámicas para constituirse, con el fin
de
impedir que los adeptos del islam tuvieran acceso a sus verdaderos
orígenes
y
encerrarlos de por vida en un sistema leyendológico que justifica las
concepciones político-religiosas heredadas de esos orígenes (y que
justifica también el poder absoluto de los califas).
No es posible reproducirlo aquí, ni siquiera
resumir los análisis, pero se
puede intentar trazar un retrato rápido de la primera secta mesianista
(35), que se organizó después del año 70. Según Eusebio de Cesarea y
Epifanio de Salamina, su origen está vinculado a la comunidad
judeocristiana que huyó de Jerusalén el año 68 y,
guiada por el sucesor del Santiago el Justo, un primo
del Señor llamado Simeón, se refugió en el
este, no solo en Pella, en la Decápolis, sino en
otros lugares de Siria,
como especifica Epifanio (36).
5.3. La primera
herejía mesiánica, la de los "judeonazarenos"
El
fracaso de la rebelión en el año 70 fue considerado como un castigo
divino
(37). Los judíos cristianos regresaron a Jerusalén, pero una pequeña
parte de ellos se negaron a seguirlos y decidieron continuar
"acampando en el desierto", según la imagen bíblica (lo que no les
impidió formar pueblos en Siria o vivir en la ciudad) (38). Este grupo
tomó el
nombre de "nazarenos", que poco antes había caído en desuso en
beneficio
del apelativo "cristianos" (es decir, "mesiánicos", discípulos del
Mesías) (39), para expresar su oposición a la la enseñanza de los
apóstoles (dos de
ellos todavía estaban vivos en aquel momento). Su doctrina heredaba la
enseñanza de ellos, pero tergiversándola radicalmente como un proyecto
de dominación
político-religiosa mundial. Para evitar los equívocos y las discusiones
ociosas
(40), reservaremos para estos primeros mesianistas la denominación de
"judeonazarenos", que tiene la ventaja de recordar su primer origen en
Judea.
Con respecto al protoislam, algunos han argumentado que no podía estar
impulsado por un proyecto de conquista mundial (heredado del
judeonazarenismo), sino que la idea se le habría ocurrido poco a poco a
algún
califa -una buena mañana tal vez-. Pero si nos basamos en los
documentos, esta idea no se sostiene. Incluso cuando los
protomusulmanes
aún no se habían dirigido hacia Damasco
(tomado el año 636), Sofronio de Jerusalén denunciaba (en una homilía
del año
634)
que "se jactan de dominar el mundo
entero" (41). Más aún, encontramos
literalmente esa afirmación divina en el Corán:
"Hemos prescrito en los Salmos, tras la amonestación, que la tierra la heredarán mis siervos
virtuosos" (Corán 21,105).
Este versículo refleja en particular cuatro pasajes del salmo 37 (42),
pero
también una reivindicación de la que da testimonio un libro
apocalíptico
muy estimado por los judeonazarenos, donde se lee:
"Si el mundo fue creado para nosotros, ¿por qué no tomamos posesión de
este mundo, que es nuestra herencia?" (4 Esdras 6,56).
En efecto, lo que a muchas personas les cuesta trabajo entender es
que, independientemente de sus adeptos, el mesianismo es portador en sí mismo de un odio sagrado
contra los enemigos de la Causa (ya sea
Alá u otra cosa), en tanto que esta característica se debe simplemente
a
la meta final perseguida, la de purificar la tierra:
"La retribución de los que hagan la guerra contra Dios y su enviado, y
que se empeñen en corromper la tierra,
es que sean matados, o crucificados, o que se les corten las manos y
los pies opuestos, o que sean expulsados de la tierra. Y tendrán esto como
ignominia en la vida de aquí abajo. Y en la vida eterna tendrán un
inmenso castigo" (Corán 5,33).
Este proyecto de purificación de la tierra estaba implícitamente
presente en el título completo de "califa" (califa, o lugarteniente, de Dios
en la tierra), título actualmente reivindicado por el emir del
Estado
Islámico. Este título fue utilizado no hace mucho por el dictador
sudanés, el general Numeiry, en 1984 cuando lanzó su guerra de
exterminio e
islamización de las poblaciones negras y cristianas en el sur de Sudán.
Ya
no hablamos de este precedente, quizá porque se trata de un genocidio
vergonzoso para la corrección
política del mundo de los medios informativos.
5.4. Islamodulía frente a mirada
compartida sobre la consumación de los
tiempos
Así,
la investigación hace aparecer la identidad de fondo del islam. No es
ni
una "espiritualidad", ni la inspiración autopersuasiva de un beduino
del
desierto, ni una intervención divina -si, a la manera islámica, uno
pudiera convertirla en un dato histórico entre otros-. Se
plantea incluso la cuestión de si es correcto seguir empleando aún el
calificativo
de "religión". El islam
radical es radicalmente un proyecto soñado y esperado: el de llegar a
erradicar físicamente, y por tanto políticamente, el mal del mundo
-asimilando el mal a
los no musulmanes, y hasta a los "malos musulmanes"-. Se trata,
entonces, de
nada menos que de salvar al mundo, lo que representa para aquellos que
están convencidos de ello un bien de tal manera superior a todo lo
demás,
que de antemano se declara bueno todo lo que conduzca a él, es decir,
lo que conduzca a la toma del poder y la eliminación de los "enemigos
de Dios".
Esos "enemigos" son aquellos que están fuera del
grupo de los salvadores elegidos por Dios, son los no musulmanes, y en
cierta
medida también las mujeres, que "llevan en sí al enemigo", porque,
a menos que sean fanáticas, suponen siempre un riesgo de desviar a los
activistas del sueño que hay que cumplir (43). Por supuesto, las
peores potencialidades del islam no se
materializan en todos loa momentos y en todas partes; el buen sentido
humano y las sociedades civiles oponen resistencia. Y con respecto a
quien sirve de "hermoso modelo" que debe seguir cualquier musulmán, uno
puede
tener más que dudas: los asesinatos en masa atribuidos a Mahoma según
la "tradición" islámica parecen más que dudosos históricamente, así
como su actitud hacia las mujeres. Pero, precisamente, el hecho de que
la leyenda lo presente así es aún más grave que si el personaje
histórico hubiera cometido todas esas fechorías. Pues, necesariamente,
en todas las épocas y en todas partes, muchos creyentes se verán
tentados a imitar ese
modelo, y esta imitación no será
el
hecho aislado de unos "desequilibrados".
Con toda evidencia, semejante sueño hace fácilmente manipulables a
quienes están
más o menos impregnados. Y manipulables no solamente por los poderes
islámicos. Muchos
musulmanes son conscientes de ello. Por eso, el diálogo con los
musulmanes es más necesario que nunca, pero no puede existir fuera de
estos dos ejes:
• denunciar a los grupos y poderes que utilizan
el sueño islámico con vistas a sus
propios proyectos de dominación;
• y sobre todo denunciar el sueño mismo.
Es aquí donde interviene la islamodulía,
es decir, la veneración
(dulía) hacia el islam soñado,
que impregna a tantos responsables
políticos (incluso cristianos, algunos ligados al dinero saudí o
catarí, como se sabe hoy con respecto a
Barack Obama y Hillary Clinton -por no hablar sus vínculos con los
Hermanos Musulmanes-. Esta islamodulía contribuye a impedir que
los
musulmanes conozcan a sus verdaderos orígenes, y consigue silenciar los
avances de la investigación islamológica, ampliada especialmente desde
hace
una década, y bloquear toda discusión. Como resultado, se
descarta cualquier posible respuesta al adoctrinamiento islámico con
relación a Dios y al sentido de la historia ("escatológico").
Incluso un periodista de France Info
percibió el problema cuando dijo,
el 19 de julio, comentando los sangrientos atentados
de
París, Bruselas y Niza: "Hemos olvidado que tres mil millones de
hombres tienen un pensamiento escatológico". Nos gustaría que muchos
dijeran lo mismo (¡salvo que los musulmanes están muy lejos de ser tres
mil millones!).
Porque se trata de tomar en consideración
racionalmente el escándalo real que supone,
para todo creyente, la influencia del mal en el mundo -influencia
que
denuncian el islam y los islamistas a su modo, y que estos últimos
creen combatir mediante sus acciones violentas-. Si la islamología
sirviera a esta
toma de conciencia de lo que es el núcleo del pensamiento y la
identidad islámicos, sería
de una inmensa utilidad. La cuestión es qué vamos a hacer: ¿encubrir o
descubrir lo que es
el islam?
Notas
1.
Las denominaciones de "musulmán" y de "islam", como designación del
movimiento que se había hecho el amo de Oriente Próximo, solo
aparecieron a lo largo del
siglo VIII. Esas palabras se encuentran en el texto coránico,
pero originalmente solo tenían el sentido de sumiso y sumisión.
2. En cuanto al relato del viaje nocturno, el análisis muestra
que
fue compuesto en parte para proporcionar determinada lectura al
versículo 17,1 (se puede encontrar en las páginas 41-42 y especialmente
314-325 de Le messie et son prophète,
tomo II, p. 320-330 de la primera
edición). Desde Gustav Weil (Historisch-kritische
Einleitung in den Koran, Bielefeld, 1844, p. 65-66, o Bielefeld,
1872, p. 74-76), muchos islamólogos ven un añadido en este
versículo; las primeras palabras son ciertamente originales (hasta la
rima
en -an): "Alabado sea el que
ha hecho partir a su siervo de noche", la continuación es una glosa
larga y tardía.
En cuanto a la acción "dictadora" del ángel Gabriel, que se supone que
da cuenta de los versículos Corán 25,4-5; 76.23; y 87,6.8 -que de otro
modo tendrías
un sentido muy diferente- al mismo tiempo que asegura el origen divino
del Corán (se puede encontrar el análisis en el anexo D.5 en las
páginas 471-475 del mismo tomo, en la primera edición p. 477-481).
3. A.-L. de Prémare, Les fondations
de l'islam, 2002, p. 10.
4. Por comparar, es como para escribir la historia de la URSS, la
sovietología se hubiera fundado únicamente en los documentos de la
propaganda
soviética (lamentablemente eso es lo que ocurrió en buena medida),
o como si para establecer la biografía de Karl Marx, no se tuvieran en
cuenta nada más que los estudios hechos por el partido comunista
norcoreano (ya que dos siglos después de Marx, el partido
comunista soviético se ha desintegrado).
5. Algunos ejemplos entre los más simples y explícitos (para lo que
no es un juego de conceptos, sino algo que los cristianos siempre han
dicho de ir más allá de la pura racionalidad): los relatos referentes a
la transfiguración en Mateo 17,5; Marcos 9,7; Lucas 9,35 (y 2 Pedro
1,17).
También podemos leer en Juan: "Felipe, quien me ve a mí, ve al Padre"
(8,14). "Antes que Abrahán fuera, yo soy (8,58). "El Padre y yo somos
uno" (10,30). "El Padre está en mí y yo estoy en el Padre" (10,36-38).
"¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí?"
(14,9-11). "Padre mío, glorifícame en ti por la gloria que tenía en
ti antes de que el mundo fuera" (17,5).
O en las cartas: "Ninguno de los que dominan este mundo lo ha conocido,
porque, si lo hubieran sabido, nunca hubieran crucificado al Señor de
la gloria "(1 Corintios 2,7-8).
"Jesucristo es anterior a todo y todo tiene consistencia en él"
(Colosenses 1,17). "En él
verdaderamente mora la plenitud de la deidad" (Colosenses 1,19).
En cuanto a los tres polos de la Vida divina, nadie podría haberlos
inventado en un relato; deben provenir de acontecimientos de la vida o
de las
propias palabras de Jesús. En el Jordán, se advierte que el Espíritu
Santo desciende sobre el Hijo mientras el Padre proclama su
complacencia en
el Hijo (Mateo 3,16-17). En Mateo 28,19 leemos: "Bautizadlos en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". La divinidad del
Espíritu Santo también es evidente a partir de Hechos 5,3-42 y 1,2.5
(paralelos en Romanos 8,9), Hechos 2,1-4 y 3,16. La fórmula final de 2
Corintios 13,13 es completamente trinitaria.
6. Entre los muchos ejemplos posibles, tomemos el testimonio
de Ireneo de Lyon (m. 201), Exposición
de la predicación apostólica: "El
bautismo lo recibimos en el nombre de Dios Padre, en el nombre de
Jesucristo, el Hijo de Dios, que se hizo hombre, que murió, y que ha
resucitado, y en el Espíritu Santo de Dios" (3b - Sources chrétiennes, nº 406). Su
otro libro, Tratado contra las
herejías, está
íntegramente dedicado a refutar a aquellos que niegan la igualdad
divina del Hijo o del Espíritu con el Padre. Por ejemplo, encontramos
esta fórmula (en el libro I): "Cristo Jesús nuestro Señor, nuestro
Dios, nuestro Salvador y nuestro Rey".
7. Cfr. Lieux saints communs,
partagés ou confisqués : aux sources de quelques péricopes coraniques
(Corán 19,16-33), en Isabelle Dépret & Guillaume Dye (éds), Partage du sacré : transferts, dévotions
mixtes, rivalités interconfessionnelles, pp. 55-121 (descargable
en este enlace).
8. Régis Blachère, 1999 (1957), Le
Coran (al-Qor'ân), París,
Maisonneuve et Larose, p. 332, nota 35.
9. "Nuestros padres ... fueron bautizados por Moisés en la nube y en el
mar, todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la
misma bebida espiritual. Porque bebieron de una roca espiritual que
los seguía: esta roca era Cristo" (1 Corintios 10,3-4). Estos dos
versículos se relacionan con los hebreos que atravesaban el desierto
bajo
la guía de Moisés y estable un paralelo entre la roca-pozo que seguía
al pueblo sediento y que se debió a la
oración de la Mariam bíblica (según el targum bien conocido), y la
nueva Mariam da
el agua viva es Jesús al nuevo pueblo para su travesía del tiempo
presente. Véase este enlace.
10. Es de suponer, sin embargo, que persistió en la iconografía,
incluso hasta nuestros días: véanse los comentarios de esta imagen:
11. Corán 19.28 [sobre Mariam que está embarazada de Jesús]: "Oh
hermana de
Aarón, tu padre no era un hombre indigno, ni tu madre una prostituta".
Corán
66,12 [también trata de Mariam, madre de Jesús, siendo Imrán/Amrán el
nombre del padre de la Mariam bíblica]: "Y Mariam, hija de Imrán, que
se mantuvo virgen, en el que insuflamos de nuestro Espíritu".
Corán
3,35-36 [sobre la madre de Mariam, que la consagró a Dios de acuerdo
con la tradición hebreo-cristiana que se encuentra en Protoevangelio de
Santiago]: "Cuando la mujer de Imrán dijo...".
12. La dimensión "maternal" del Espíritu es tan común en la teología
de la Iglesia de Oriente, que se aplica también al cristiano. De quien
se
casa, Afraates (dice el Sabio de
Persia) duda que olvide a "su Padre y al Espíritu Santo su madre" (Les exposés [escritos entre 336 y
345], trad. Marie-Joseph Pierre, Sources
Chrétiennes,
nº 359, Paris, Cerf, 1989, t. 2, p. 791). La teología feminista
norteamericana se ha apropiado de esta manera de hablar aramea, pero
tergiversándola.
13. De esta secta no encontramos ninguna huella en el Corán ni en la
tradición islámica, ni en ninguna parte. Algunos se lanzaron sobre el
párrafo 79 del Panarion de
Epifanio de Salamina.
Notemos primero que este se proponía alcanzar la cifra de 80 "herejías"
en
su catálogo -a causa del
número de concubinas mencionado en el Cantar
de los cantares. Para ello, utiliza todo aquello de lo que ha
oído hablar
(olvidando que nunca existen más que dos herejías fundamentales, en el
sentido de derivas de la fe,
lo que Ireneo había mostrado). Así, recurre a ciertas corrientes
filosóficas de la antigua Grecia, e incluso la
religión de tiempos de Noé (que llama escitismo). Aquí menciona a un
grupo
de mujeres que, en Siria, se reunirían para compartir dulces después
de haberlos presentado a la Virgen María. En realidad, él no sabe
mucho, pero explica ampliamente por qué es una "herejía" (que opone a
la del párrafo 78, que niega la virginidad de María). Estos
"mujeres villanas" son acusados por Epifanio de parodiar la
eucaristía, nada menos, cuando ellas probablemente no hagan más que un
acto de
piedad inspirado en las costumbres tradicionales paganas tales como
la ofrenda de pasteles a Ištar, la reina del cielo (es decir, Astarté,
la diosa
mesopotámica de la fertilidad -cfr. Jeremías 7,18; 44,19) o Ceres (cfr.
Herodoto, Historia, II, 47.).
En suma, la idea de sustituir al Espíritu Santo por la
Virgen María en el misterio de la Trinidad es simplemente una invención
de quienes no quieren entender el sentido de Corán 5,116 -sean
musulmanes u occidentales-.
14. Véase la intervención Hichem Djait en Jesus et
l'islam.
15. Tabari, Al-Baydawi, Al-Zamahšarî, Al-Jalâlayn y otros menos
conocidos: todos indican a propósito de ese versículo 5,116 que se
trata del Espíritu Santo
y no de la Virgen María (cfr. Azzi Joseph, Le prêtre et le prophète : aux sources du
Coran, París, Maisonneuve & Larose, 2001, p. 169).
16. Patricia Crone y Michael Cook, Hagarism.
The making of the Islamic World, 1977.
17. Por ejemplo, se sigue sosteniendo en la red que la ciudad de Macoraba mencionada por el geógrafo
Tolomeo (del siglo II de nuestra
era) sería Makkah, pero él
sitúa esa ciudad en la costa y mucho más al
norte -y la ciudad de Moka, la sitúa en Siria (Geografía, V, 17,5).
En Meccan trade and the rise of Islam
(Oxford, Basil Blackwell, 1987, p. 134), después de revisar todas las
hipótesis propuestas,
Patricia Crone concluye: "Todas estas sugerencias deben descartarse"; y
continúa diciendo: "Hay algo peor que la ausencia de mención de La Meca
en los autores antiguos; existe su ausencia en escritores como
Procopio, Nonnosus y los eclesiásticos siríacos que deberían haberla
mencionado" (p. 137).
En Le Seigneur des tribus. L'islam
de Mahomet (Paris, Noêsis, 1997,
p. 32-33), Jacqueline Chabbi intenta salvar La Meca mediante un
conjunto de hipótesis, acercando Macoraba
a "la doble raíz krb / kwrb", porque parece que "kwrb tiene el sentido de favor o bendición", lo que mostraría la
"metátesis"de krb en brk. Se objetará que una
metátesis solo afecta a dos consonantes vecinas, lo que no es el
caso aquí.
18. Además, la lectura "islámica" del Corán nos obliga a considerar
que la Caaba de la Meca que allí se describe dataría al menos de
Abrahán, en virtud de Corán 2,125-127, donde se hace referencia a un
"Lugar de Abrahán" y una"Casa-Templo": si no se construye en La Meca
una Caaba que responda a estos imperativos, el creyente
podría pensar en otro Templo
diferente.
19. En la Biblia, los ismaelitas o "hijos de Ismael" nunca se dice que
sean los árabes, y su zona donde habitan solo corresponde muy
parcialmente a
la de los árabes (según Génesis 25,18, sería Yemen).
Por lo demás, las figuras de Ismael, Agar o incluso Abrahán no forman
parte de
tradiciones propiamente árabes. René Dagorn ha mostrado definitivamente
que nunca antes de la imposición del "islam" en todas las
tribus, ningún árabe había reivindicado ni siquiera evocado una
paternidad
abrahánica (es decir, ismaelita, cfr. La
geste d'Ismael d'après l'onomastique et la tradition arabes,
Ginebra, Droz, 1981).
Con todo, la idea de una religión abrahánica adaptada a los árabes
ismaelíes (o quetúridas) no era nueva: aparece, por ejemplo, en el Libro
de los jubileos (trata del testamento de Abrahán en Jubileos 20,1-13 -cfr. Ecrits intertestamentaires, Paris,
Gallimard, 1987,
p. 716, lo que Patricia Crone y Michael Cook habían notado, Hagarism..., p. 159, nota 48) -y
también en las versiones menos antiguas de
los Testamentos de los doce
patriarcas, versiones que parecen
judeonazarenos por más de un motivo (escatológico, etc.). Pero entre
los árabes, la idea es nueva, como lo demuestra la insignificancia de
la figura de Ismael en el Corán: son las tradiciones islámicas las que
harán de él un personaje importante.
20. En La Nef nº 283,
julio-agosto de 2016, p. 16-19. Olivier Hanne es medievalista e
islamólogo, investigador asociado de la Universidad
de Aix-Marsella, autor de Mahomet, le
lecteur divin, Belin,
2013, un libro que se queda en la superficie del análisis crítico.
21. Cfr. La Nef nº 283,
julio-agosto de 2016, p. 19.
22. Más exactamente, ese "politeísmo árabe" es un postulado de los
razonamientos teológicos islámicos. "Si el Corán y el islam -escribe G.
R.
Hawting-, con su fe monoteísta y su conocimiento detallado de la
tradición monoteísta, tienen sus raíces en una Meca pagana desprovista
de toda presencia
judía o cristiana, uno necesariamente se ve llevado a explicarlo como
una
revelación divin" (The idea of
idolatry and the Emergence of Islam. From Polemic to History,
Cambridge University Press, 1999, p. 151).
23. Ibidem, p. 16, según la
entradilla del artículo. Es posible que
esta entradilla no sea de Hanne, pero en realidad no importa.
24. Ibidem, p. 18.
25. La idea del dictado de un ángel también procede de una voluntad de
"explicar un pasaje del Corán", junto con la necesidad de explicar cómo
el "profeta" tuvo la inspiración de su Corán. Después de 743, todavía
se decía que fue mientras dormía (véase la nota de Juan Damasceno:
"Ellos responden que fue durante el sueño cuando [Mahoma] recibió el
Libro" (Ecrits sur l'islam, Sources
Chrétiennes,
nº 383, París, Cerf,
1992, p. 215). Pero como, por razones complejas, el texto del Corán
hace alusión en algún momento a alguien que dicta, hace falta que lo
que se dicta sea el Corán y que ese alguien sea un ángel de Dios.
26. La arqueología encuentra rastros en Arabia, especialmente en Petra.
27. De hecho, las predicaciones coránicas se dirigían a árabes
cristianos, lo que una exégesis rigurosa del texto coránico permite
comprender rápidamente (tomo II, p. 43-46. Véase también este enlace.
28.
Entre los pasajes que se pueden citar, señalemos aquellos en los que
Jesús
habla de la generación presente: Mateo 12,41-45 y
especialmente Mateo 24, donde se deben subrayar dos frases: "Esta
buena noticia del reino se predicará en todo el mundo, como testimonio
para todas las naciones. Luego vendrá el fin [de Jerusalén y su
Templo]" (14); y: "De la higuera aprended esta parábola. Tan pronto
como
sus ramas se vuelven tiernas y las hojas crecen, sabéis que el verano
está cerca. Del mismo modo, cuando veáis todas estas cosas, sabed
que el Hijo del hombre está cerca, a la puerta. En verdad, os digo:
esta generación no pasará antes de que todo esto suceda" (33-34).
Hay que mencionar también las primeras palabras de la epístola a los Hebreos:
"Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros
padres
por medio de los profetas, pero en estos últimos días nos ha
hablado...".
29. La presencia de comunidades judías está bien documentada en todo
Oriente Medio, pero también en los puertos de India (véase aquí y aquí). En cuanto
a China, parece que una inscripción en un monumento de Kaifeng (China)
indica
que los hebreos habrían llegado allí en 231 a. C. (véase aquí). Esto es posible si consideramos que la
"ruta de la seda" ya estaba funcionando perfectamente a comienzos de
nuestra era
entre Roma y Luoyang, capital de China, y que estaba esencialmente en
manos de los hebreos. La arqueología reciente, que ofrece información
sobre el apostolado de apóstol Tomás en China (véase aquí
o aquí)
supone la presencia previa
de importantes comunidades judías. La cuestión se plantea igualmente
con respecto a
Japón (según Joseph Eidelberg, The
Biblical Hebrew Origin of the Japanese People, 2005).
30. Según los estudios demográficos judíos, el número de judíos
judaicos habría disminuido en más de la mitad a fines del siglo I
-al menos esto es lo que indica este gráfico-. La población judía (cerca de 7
millones,
o sea el 3% de la población mundial) habría sido víctima de repente
enfermedades y
plagas que habrían diezmado igualmente la población del Imperio romano
(del que representaba el
14%), según Michel Gurfinkiel. Salvo que no hubo epidemia de peste
antes del año 165.
Se puede, pues, impugnar el método de cálculo, o más
exactamente sus criterios: se basa en los recuentos de las comunidades
fariseas-judaicas. Por ejemplo, por ellos se sabe que no
había judíos judaicos en Medina en el primer siglo del islam; pero
se sabe por el análisis de las fuentes islámicas que había otros que no
eran judaicos. La explicación de esta bajada masiva ¿no es simplemente
un tomar distancias respecto al movimiento fariseo (el fundamento del
judaísmo moderno) y la constitución de las comunidades
hebreo-cristianas arameas?
31. En Antigüedades judías,
Flavio Josefo informa de este maravillamiento de la
multitud a la vista de Herodes Agripa: "¡Hasta ahora te hemos
reverenciado como a un hombre, pero desde ahora te reconocemos de una
naturaleza
superior a la de los mortales! "(AJ,
XIX, 345).
32. Targum Jonathan, Génesis
49,10-12 (siglo II): "el tiempo en que vendrá el Rey Mesías, a quien
pertenece la realeza y a quién serán
sometidos todos los reinos (...). Qué hermoso es el Rey Mesías que debe
surgir de la casa de Judá. El Mesías
ciñe sus lomos y parte para el
combate
contra sus enemigos, y él masacra a reyes y príncipes. Él enrojece las
montañas con la sangre de los que mata, y blanquea las colinas
con la
grasa de sus guerreros. Sus vestimentas chorrean sangre. Parece un
pisador de uva".
Compárese con estos ejemplos de reescritura claramente mesianista de los Testamentos de los 12 Patriarcas:
33. El mito de los "esenios" de Qumrán es un ejemplo. Después de casi
un siglo, la interpretación "monástica" dada al sitio de Qumrán
comienza finalmente a ser completamente abandonada (véase aquí). Procedía de la
conexión que se había supuesto con los manuscritos del Mar Muerto, que
en
realidad datan de diferentes épocas. La interpretación tendenciosa de
estos manuscritos había jugado un papel, ocultando de paso la dimensión
típicamente mesianista (poscristiana) de los más recientes de ellos
(véase aquí).
34. Después de la destrucción y reconstrucción sistemática del centro
de La Meca -que no ha revelado nada realmente antiguo en una ciudad que
supuestamente data de Abrahán o al menos de Mahoma- ya ningún saudí
cree
racionalmente que esta ciudad haya sido el punto de partida del islam.
Entre los investigadores que han asumido estos datos, Dan Gibson ha
podido escribir un libro, Quranic
Geography, y realizar un amplio documental sobre el
tema.
Gibson analiza las direcciones del rezo (o quiblas) de las antiguas
mezquitas que no apuntan hacia La Meca antes del año 725 (y hay que
esperar incluso al 822 para ver que todas las nuevas mezquitas apuntan
allí).
Anteriormente, entre 622 y 725, muchas apuntaban según él hacia Petra
(considera este punto decisivo para proponer Petra como el lugar de
nacimiento del islam).
Por pocos grados, estas quiblas podrían apuntar también al norte de
Siria, en particular hacia el monte Abu
Qobays, cuyo nombre fue transferido
al borde de la cuenca de La Meca y cuya cumbre (en Siria) tenía un
santuario de Abrahán, según lo que se puede inferir de una fuente
islámica persa (Al-Hawary H. M. y Gaston Wiet, "Matériaux pour un Corpus Inscriptionum Arabicarum", Arabia, t. 1, El Cairo-París, 1985,
p. 4).
Además, justo cerca de allí se encuentra un monte Abu Ka'ba, un nombre que dice mucho
sobre el protoislam (y no tiene nada que ver originalmente con cubo, sino con un antiguo
patronímico).
De hecho, a la luz de otros indicios aportados aparte de las quiblas,
Gibson
aclara más bien la historia (inverosímil tal como la relatan las
tradiciones islámicas) de Al-Zubayr, ¡el oponente de Abd-al-Malik! Esta
era una de las cuestiones que quedaron pendientes en El mesías y
su profeta.
35. La documentación con los datos relativos a esta primera secta
exjudeocristiana mesianista se encuentra particularmente en el tomo 1
de El mesías ... en las
páginas 156-248 (dosier de manuscritos); 249-305
(dosier patrístico); 366-411 y 454-471. Se puede hallar un resumen en
un trabajo disponible
en Internet.
36. Notablemente en Kokeba (o Kokabe, ahora Kaukab), al este del lago
de Galilea. Los tres pasajes de Epifanio merecen ser citados por
extenso:
"Sin
embargo, esta
secta de los nazarenos permanece muy potente en Berea [hoy Alepo], por
la
ciudad de Celesiria, en Decápolis, por las partes de Pella, y en
Basanítida [por
la actual Jordania] en la aldea llamada Cocaba (en hebreo Chochabè).
Allí es
donde tuvo nacimiento, después de que todos los discípulos abandonaran
Jerusalén y se establecieran en Pella, porque Cristo había dicho que
dejaran
Jerusalén y encontraran un lugar donde retirarse, a causa del asedio
que iba a
sufrir la ciudad. Y por esta razón emigraron a Perea y allí se
establecieron
como he dicho. Y de ahí tuvo nacimiento la herejía de los nazarenos" (Adversus haereses, libro I, tomo II,
VII, en J.-P. Migne, Patrologia graeca,
tomo 41, 1858, col. 402).
"El
surgimiento de esta facción [los ebionitas, o pobres, los nazarenos]
comenzó
después de acaecer la destrucción de la ciudad de Jerusalén. En aquel
tiempo,
todos los cristianos se habían dispersado en Perea, la mayoría en la
urbe de
Pella, que está en la provincia de Decápolis, mencionada en el
Evangelio, cerca
de Batanea y Basanítida" (Adversus haereses,
libro I, tomo II, XXX, en J.-P. Migne, Patrologia
graeca, tomo 41, 1858, col. 407).
"Entonces, Aquila vivía en Jerusalén y vio a los discípulos de los
discípulos de los apóstoles, que florecían en la fe, que realizaban
grandes señales mediante curaciones y con otros prodigios. Pues ya
habían regresado de la urbe de Pella a Jerusalén y enseñaban. En
efecto, antes de la destrucción de
Jerusalén por los romanos, todos los discípulos fueron advertidos por
un ángel para que emigraran de la ciudad, que pronto iba a sufrir
exterminio. Ellos emigraron y se instalaron en la ciudad de Pella como
habían previsto, al otro lado del Jordán, en Decápolis. Después de la
devastación de Jerusalén, regresaron, como he dicho" (De mensuris et ponderibus, XV, en J.-P. Migne, Patrologia
graeca, tomo 43, 1864, col. 261).
Por su parte, Eusebio de Cesarea solamente evoca el nombre de Pella (en
la
actual Jordania) como lugar de exilio provisional (Historia ecclesiastica, III, 5,3).
Con respecto a Cocaba, se observará asimismo que el líder de la
insurrección de
132 (la "segunda guerra judía", que duró hasta 135) era precisamente
originario de
esta ciudad, de ahí su nombre Bar Kokeba (al cual, con mínimos cambios,
se dio luego otros significados como Hijo
de la estrella
según sus partidarios o hijo de la
mentira según sus adversarios). Era virulentemente
anticristiano. Si la doctrina mesianista nació en
esa región, allí hubo alguien que la aplicó -a imagen de los yihadistas
de hoy-.
37. "Hegesipo [judío que se hizo, en la segunda mitad del siglo II,
citado por Eusebio] es uno de los primeros en considerar los
acontecimientos del año
70 como un castigo divino, no por la crucifixión de Jesús, sino por la
lapidación de Santiago el Justo", señala Simon Claude Mimouni (Le judéo-christianisme ancien. Essais
historiques, París, Cerf, 1998, p. 19, nota 2; véase también
Marcel Simon, Verus Israel. Études
sur les relations entre juifs et chrétiens dans l'Empire romain
(135-425). París,
Boccard, 1964, p. 90).
Es verdad que el desorden y la anarquía se intensificaron poco después
del asesinato de "Santiago, hermano de Jesús llamado Cristo" por la
familia de Anan, el sumo sacerdote que organizó la muerte de Cristo, y
esto en contra de la opinión de los notables de Jerusalén (Flavio
Josefo, Antigüedades judaicas,
XX, 9). Los Padres de la Iglesia, por su parte, más bien pusieron estos
acontecimientos en relación con la muerte de Cristo mismo (Tertuliano,
Orígenes, Eusebio, ...). Una cosa no excluye la otra.
38. Esta fraseología se encuentra, por ejemplo, en un texto de la cueva
1 del Mar Muerto: "Cuando los exiliados de los hijos de la luz
regresen del desierto de las naciones para acampar en el desierto de
Jerusalén" (1 QM 1,3 -cfr. El mesías...,
t. 1, p. 382).
39. Mesías o Christos en
griego. La denominación de nazarenos
perduró
en regiones remotas del Oriente, en particular en el sur de India, en
la
Iglesia que santo Tomás fundó allí.
40. Este grupo se calificó de "pobres", de donde viene el nombre que a
veces se encuentra los ebionitas; no se trata de una denominación, sino
una especie
de reivindicación político-religiosa que distorsiona el sentido de
Lucas 6,20
("Bienaventurados los pobres,
porque vuestro es el Reino de Dios"). La
relación entre los términos nazarenos
y ebionitas es un poco
comparable al
juego que existía, en el tiempo del mito de la salvación del mundo a
través del comunismo, entre los términos comunistas y proletarios, siendo
el proletariado la justificación reivindicativa de los comunistas.
41. Sofronio de Jerusalén (550-639), Sermón
sobre teofanía (o sobre el santo bautismo), 13-167,2. Este texto
es bien conocido (véase, por
ejemplo, A.-L. de Prémare, Les
fondatoins de l'islam, París, Seuil,
2002, p. 155).
Desde esta visión de un mundo que hay que esclavizar, se encuentran
ecos hasta en Ibn Jaldún, que hace decir a Omar (con motivo de la
reconstrucción de la ciudad de Kufa):
"Haced... [pero] guardad fielmente las prácticas seguidas por el Profeta
y conservaréis siempre el imperio
del mundo" (Les prolégomènes,
Paris, Geuthner, 1934, t. 2, p. 273).
42. "Los malvados serán arrancados, pero los que esperan en Yahveh
poseerán la tierra" (Salmo 37,9). "Los pobres
poseerán la tierra,
disfrutarán de una paz total" (Salmo 37,11).
"Sí, aquellos que él bendice poseerán la tierra, y aquellos que maldice
serán arrancados" (Salmo 37,22). "Los justos
poseerán la tierra, allí
permanecerán para siempre" (Salmo 37,29).
La perspectiva del mundo entero como Tierra
prometida se lee, por lo demás, en otro salmo: "Los príncipes
conspiran contra Yahveh y contra
su Mesías... Pídemelo y te daré en herencia las naciones, en posesión
la tierra hasta sus confines" (Salmo 2,2.8).
43. "Vuestras esposas y vuestros hijos son un enemigo para vosotros.
¡Estad en guardia! "(Corán 64,14). Comparemos
con Corán 35,6: "El diablo es un enemigo para vosotros". Tal es la
razón para la opresión necesaria
de las mujeres en la lógica mesianista-escatológica.
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