El Corán,
¿salir del callejón sin salida?
MICHEL BENOIT
|
Los
musulmanes han leído el Corán a través de una tradición que se
convirtió en sagrada: Dios
habría revelado este texto a un profeta inculto, primero en La Meca
antes
de 622, luego en Medina hasta su muerte en 632.
Cuando aplicamos al Corán los métodos de análisis histórico-crítico,
nos damos cuenta de que la realidad es muy diferente. Al igual que la
Biblia, el Corán fue escrito durante un largo período, por una
sucesión de autores que permanecieron en el anonimato. El ambiente
en el que vivían estos escritores era un peculiar judocristianismo.
Ese núcleo ideológico fue completado posteriormente por un conjunto
de leyes promulgadas por los califas de Jerusalén, Damasco y Bagdad.
La distinción entre un Corán mequí y un Corán mediní es una
creación de los primeros historiógrafos musulmanes, encargados por los
califas de proporcionar al islam naciente su leyenda fundadora, que no
ha
cambiado desde entonces.
En realidad, no hay ningún Corán "mequí", escrito entre 612 y 622 en
La Meca: además, en esa época, ni siquiera hay pruebas de que La Meca
existiera tal como nos la describe la leyenda.
Tampoco
hay un Corán "mediní", aunque sin duda se comenzó a poner por escrito
leyes en Medina, para ampliarlas y completarlas luego en Jerusalén,
Damasco y Bagdad.
Lo que resulta del análisis histórico-crítico es que hay un Corán
judeocristiano y califal, donde los diferentes períodos de escritura,
los autores y las fuentes se ensamblaron o, más bien, se
desensamblaron,
como una rompecabezas cuyas piezas hubieran sido esparcidas al azar
sobre una
mesa.
Clasificar las 114 suras (capítulos) del Corán por orden cronológico es
imposible: la misma sura puede contener versículos de origen y datación
muy
diferentes.
Uno lee con simpatía y tristeza el ensayo intentado por Sami Aldeeb,
director del Centro de Derecho Árabe y Musulmán.
Tristeza,
porque permanece prisionero de la leyenda fundadora del islam: "Quien
examina... el Corán comprueba en él la presencia de diferentes
fases... La diferencia entre el Corán revelado en La Meca (antes de
622) y el Corán revelado en Medina (después de 622) es tan grande como
la diferencia entre el cielo y la tierra, no solo en el estilo, sino
también en el contenido. Y no sería exagerado decir que el islam de La
Meca difiere totalmente del islam de Medina".
Simpatía, porque el autor reconoce (¡es raro!) la complejidad del texto
y de su autor, ya que para él no hay más que uno solo: "la personalidad
de Mahoma cambió completamente después de irse de La Meca a Medina en
622,
convirtiéndose así en jefe militar, mujeriego y sanguinario".
Su conclusión es un diagnóstico lúcido, encerrado en la leyenda del
islam:
"Hay musulmanes pacíficos, musulmanes terroristas y musulmanes que
oscilan entre los dos. Cada una de estas categorías pretende
representar el verdadero islam, rechazando a los otros. Yo no tengo
derecho a descalificar a ninguna de estas categorías. Cada una de
estas categorías tiene derecho a llamarse musulmana. Pero se
puede decir que el musulmán pacífico sigue el islam de La Meca, el
musulmán terrorista sigue el islam de Medina y el que oscila duda entre
los
dos islams. El que pretende que el islam es una religión de paz tiene
razón, y el que pretende que el islam es una religión terrorista tiene
razón también, pero habrá que decir qué islam se trata... El
problema de los musulmanes hoy es que se confunden sin cesar
entre el islam pacífico de La Meca y el islam terrorista de Medina".
Solamente el análisis histórico y crítico del
Corán permitirá a los
musulmanes salir de ese callejón sin salida. Por desgracia, les está
prohibido.
Sami Aldeeb lo comprueba con temor:
"Para sacar a los musulmanes de su problema, el pensador sudanés
Mahmud Muhammad Taha (apodado el Gandhi
de África) les propuso en su
libro El segundo mensaje del islam...
adoptar el Corán de La Meca y
abandonar [el] de Medina. Esto conduciría al abandono de todas las
disposiciones contrarias a los derechos del hombre que se encuentran en
el Corán
de Medina... Pero esta llamada de Mahmud Muhammad Taha fue
categóricamente rechazada
por... las instituciones religiosas musulmanas, que
incitaron contra él a las autoridades sudanesas. Estas terminaron por
condenarlo a muerte en la horca y fue ejecutado públicamente el 15 de
enero de 1985".
Los cristianos necesitaron dos siglos para aprender a leer la Biblia
de manera crítica. Así encontraron la paz interior y se abrieron a la
modernidad
y la tolerancia.
Por
mi parte, deseo ardientemente a los musulmanes que emprendan ese camino
que es el único que les permitirá salir del callejón sin salida.
|
|
|