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ANNE-MARIE DELCAMBRE
Las prohibiciones del islam, 2006.
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"Mahoma, desde el momento en que
entra como refugiado en
Medina en 622, es un actor de la política tribal. No es, en efecto, un
Mahoma
jefe de Estado, pero tampoco un líder exclusivamente religioso movido
por la
piedad y la caridad. La comunidad de Medina no suponía, en realidad,
más que
una confederación de tribus con jerarquía tribal. La política era,
pues,
necesariamente, una política tribal. Asimismo, el Mahoma histórico no
fue en
absoluto un revolucionario. Si Mahoma acabó siendo escuchado, fue
debido al
ruido de las armas, a sus razias exitosas, a sus cálculos políticos. Su
religión acabó siendo aceptada solo porque se había hecho temer
militarmente.
Así, el papel de Mahoma en su sociedad de origen parece encajar más en
primer
lugar en la política que en alguna forma de creencia. Más tarde, el
islam
califal de los abasíes, en el siglo VIII, invertirá el proceso y hará
de Mahoma
un profeta sobre todo religioso, ante todo musulmán, rodeado de
compañeros
perfectos, perfectos musulmanes, perfectos discípulos obedientes. Esto
lo
aproximaba a Jesús. Se ocultaba así el rostro del Mahoma político, el
Mahoma de
Medina, que solo había podido triunfar plegándose a las leyes de la
política
tribal de los clanes de Arabia. Pero para la sociedad cosmopolita de
Bagdad, en
el siglo VIII, era necesario un profeta que fuese, sobre todo,
musulmán, pues
esta sociedad incluía un gran número de no árabes.
Hoy el problema de la relación entre el
islam
y la política sigue planteándose. Son muchísimos los musulmanes que
quieren un
profeta exclusivamente religioso. Evidentemente, para el creyente
musulmán de
hoy es difícil que considere a su profeta como un hombre de tribu con
cualidades de jefe tribal, clemencia en ciertos casos pero también
cierta
crueldad en otros, una benevolencia calculada, cierto rencor... Mahoma
tiene
cuidado en no alterar brutalmente la jerarquía tribal. Pero es la
violencia
guerrera, el engaño, el asesinato, lo que le permitió tener éxito e
imponer su
religión. La política de combates y razias está en primer lugar, pues
es la que
permitió a Mahoma existir como profeta. Los islamistas han retenido de
la biografía
de Mahoma el lado político, pero idealizando a su noble profeta. La
lectura de
los integristas hoy es la lectura del islam califal, de un profeta
sobre todo religioso
y ¡de una ‘política’ al servicio de lo religioso! Pero, de todos modos,
es
imposible considerar el periodo de Medina como un periodo sin política.
Porque
el islam fue, desde el primer momento, una política."
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